viernes, 31 de mayo de 2013

Nuevos Comuneros. Año 1918

DEL AMBIENTE Y DE LA VIDA: NUEVOS COMUNEROS
  (Antonio Zozaya. Mundo Gráfico. Revista popular ilustrada. 6/02/1918, Madrid, año VIII, nº 328) (Información proporcionada por Fernando Miñambres)
“En Villarrín de Campos una modesta villa con ayuntamiento, der la provincia de Zamora, partido judicial de Benavente, diócesis de León. Audiencia territorial y capitanía general de Valladolid. Quien guste de adquirir otros datos, puede consultar cualquier diccionario geográfico, y sabrá que cuenta con unos 950 habitantes , que se halla situada en una suave pendiente, que produce cereales, pastos y legumbres, que cría algunos ganados vacunos, ovinos y cabríos, celebra una feria anual el último domingo de septiembre. Tiene iglesia parroquial y escuela y recibe de Villafáfila la correspondencia.
Pero es ciertamente que si queréis imaginar algo que se acerque a la belleza de su fértil y dilatado término, no penséis en las montañas ásperas y fragosas, en los densos bosques de robles y encinas, en las enmarañadas jarales y el suelo desgreñado de algún pueblo de Alcañices; pensad antes en las risueñas confluencias de los valles de Vidriales y de Valverde, del Órbigo y del Esla, en las deliciosas vegas que el siglo X sembró de monasterios , y el florecimiento de los últimos disidentes, basadas profundos arroyos, fuentes y manantiales, amenísimas huertas, lozanos plantíos y riberas arenosas, inundadas por las corrientes     que se tiñeron tantas veces en sangre pura céltica.
Por Villarrín pasó Bernardo del Carpio, símbolo del pueblo español, que se alzó contra la traición del rey Casto; por allí la pompa de las cortes de Alfonso IX mucho más tarde la arrasó la formidable hueste anglo portuguesa que puso cerco a Benavente y fue derrotada por Álvaro de Osorio; por allí desfiló la brillante cohorte de Juan II; Villarrín vio la pujanza de los Pimenteles y la locura de doña Juana y oyó el hervor de las Comunidades. Todavía en sus piedras hay recuerdos de los Templarios y de la grandeza del de Osuna; es prócer su humildad y heroico su abolengo; por las venas de sus campesinos corre neta sangra española. Y Villarrín, ignorado, escondido, humilde en apariencia, no se resigna a la servidumbre; y en época de decadencia y postración, se ha erguido altivo en sus solar y ha enviado su mensaje libertador a los puntos cardinales de la península; un mensaje que comienza o debo comenzar con estas palabras: “A todos los pueblos de España que trabajan, que sufren injustamente y se resignan sabed y entended”.
Y, a continuación formula enérgicamente su programa, que se haya dispuesto a imponer a sus procuradores en Cortes, a sus representantes y a sus voceros, y que invita a hacer aceptar a los suyos y a todos los ayuntamientos dignos y honrados. Quien quiera representar a Villarrín habrá de jurar no aumentar los impuestos, defender la equidad en la exacción, la  terminación del catastro, la desgravación de las tierras productivas y la agravación de las que son estériles por la voluntad de sus dueños; aumentar el `presupuesto e lo referente a obras públicas, fomentar la construcción de las vías de comunicación y de los canales de riego, obligará a los ingenieros a dejar sus cargos burocráticos y a recorrer y a estudiar el pañis; combatirá los sueldos superiores a 8000 pesetas, y pedirá el aumento de los ínfimos y del mezquino haber del soldado; amortizará las plazas de empleados y militares, impondrá a ministros y altos funcionarios la moralidad privada y pública, los hará responsables, reducirá el haber del Soberano en más de un 50%, y destinará grandes sumas a la cultura, a la enseñanza industrial y agrícola;  combatirá los monopolios y seguirá más orientaciones, en suma, señaladas por Costa y Ganivet.

El alcalde de Móstoles en fecha memorable envió a todos los pueblos este enérgico bando: “Madrid perece víctima de la perfidia extranjera. Españoles, acudid a salvarlo”. La junta de contribuyentes de Villarrín de Campos envía a todos los buenos ciudadanos esta proclama no menos enérgica: “España sucumbe víctima de las codicias y las inmoralidades. Españoles: ¡acudid a salvar su bienestar y su decoro!”

No sé lo que contestarán ni si contestaron las otras Juntas de contribuyentes. Sé que Villarrín ha cumplido con su deber y que si la patria se derrumba no será por su culpa. Villarrín arrostrará las iracundias de los caciques, las represalias de los explotadores, las injusticias de los gobiernos, el desdén de sus hermanos en sufrimientos que no saben o que no pueden escuchar. Justo es que ante el más humilde, pero el más generoso de los pueblos se descubra esta vez el más modesto, pero el más impresionable y el más entusiasta de los escritores”

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