viernes, 16 de junio de 2023

LA SIERRA DE LA CULEBRA: VARIOS TESTIMONIOS DEL INCENDIO (15/06/2023)

 

ANIVERSARIO DEL INCENDIO DE SIERRA DE LA CULEBRA.

Finalizamos con este reportaje efectuado por un grupo de redactores del periódico LA OPINIÓN-EL CORREO de Zamora, publicado el 15 de junio de 2023, la reseña sobre la Sierra de la Culebra, referenciada en este BLOG con fecha 13/06/2023

Hay aniversarios que se celebran, otros se olvidan, pero el incendio apocalíptico que sufrió el bosque secular de Sierra de la Culebra, constituye un capítulo imborrable en la historia de esta comarca de Zamora, escrito con letras de fuego dictadas por la infernal vorágine de las llamas.

Este singular acontecimiento no es una anécdota ni un relato de ficción, es una realidad certificada que suscita en nuestro imaginario un torbellino de preguntas: ¿por qué ha ocurrido,? ¿ cuál es la  causalidad de los hechos,? ¿podría haberse previsto...?

Respuestas a estas inquietantes cuestiones habrá muchas, diferentes, intentando comprender y asumir lo ocurrido. Sin embargo, la catástrofe de la Sierra de la Culebra, está inscrita en el interior de la naturaleza, el eterno vaivén de las nubes, los vientos impetuosos, los rayos incandescentes, forman parte sustancial de nuestro mundo. Siempre, desde su creación, la tierra, epidermis de rocas, agua y vegetales, ha estado sujeta al arbitrio de su naturaleza, es así, viva, palpitante, desconcertante, que se rige por su propio instinto, aunque el hombre la quiera dominar y a veces domesticar, no lo va a conseguir.

Los días de viento y estrépito, de fuego y destrucción que sufrió la Sierra de la Culebra, entran dentro del dominio y comportamiento de nuestro amado planeta azul, pero que en esta comarca ha cambio al pigmento rojo, a la que no respetamos sus ciclos, alteramos sus ritmos vitales, sin prever las consecuencias de estas prácticas tan agresivas.

Esta reflexión- por supuesto- no pretende minimizar los hechos. La realidad nos muestra con contundencia el lienzo verde de árboles sin vida, oscurecidos por la ceniza; las ilusiones, sueños, recuerdos, alegrías, de los extraordinarios habitantes de la zona devastada son testimonios de un revés inesperado.

La vida prosigue y el esplendor de un nuevo tiempo está ahí. Las personas que han sido entrevistadas en este reportaje, a pesar de los trágicos días de la ira de los cielos, del futuro incierto, de la pérdida de ese entorno, paraíso de la madre sierra, muestran resignación, madurez para afrontar un futuro con incógnitas, pero sobre todo interés, motivación y espíritu de superación.

 La Culebra, un año después del horror del fuego: varios testimonios

Los vecinos de los pueblos más afectados por el primer incendio relatan cómo recuerdan los estragos de las llamas: «Llegó el viento por la noche y lo arrasó todo»

La vida ha tenido que seguir adelante en los pueblos de la Culebradonde una tormenta eléctrica cambió el futuro que vendría más allá del 15 de junio de 2022, cuando nacía el primero de los incendios que se comerían el 6% de Zamora.

En Ferreras de Abajo los huertos siguen trabajándose, los bares siguen sirviendo café y la gente mira hacia adelante, aunque ahora, ante sus ojos todo sigue de negro ceniza. No están de acuerdo con aquella medición de 25.227,88 hectáreas quemadas; para ellos, se perdió mucho más en aquel incendio que no fue declarado como de nivel 2 hasta dos días después. La calificación máxima nunca llegaría a pesar de avanzar más de 1.200 hectáreas por hora. 

Ahora, en Ferreras de Abajo pasan camiones cargados hasta arriba de madera. Algunos de los troncos podrían pertenecer al pinar de Pedro Vara Taboada, vecino que ha recibido 144 euros por unos mil árboles quemados, calcula. Por su parte se alegra de que al menos no le haya costado dinero «sacarlos yo mismo me habría costado casi 3.000 euros», relata. Afortunadamente, se arregló con un maderero portugués. Esos troncos irán destinados a fabricar pellets en su mayoría; el saco de 15 kilos se vende en el mercado a casi 8 euros. 

La Sierra de la Culebra, un desolador paisaje lunar

 A pesar de la pérdida, a Pedro la madera le importa poco, como reconoce mientras se dedica al huerto acompañado de su perro, y recuerda la memoria del bombero Daniel Gullón Vara que falleció durante el segundo incendio; eran familia. Y es que este pueblo volvería a vivir lo inexplicable solo un mes después, cuando el incendio de se llevaba por delante la vida de cuatro personas, incluida la de su primo. 

 A cambio, Ferreras de Abajo ha ganado madereros que trabajan a destajo para sacar toda la madera enferma. Esta gente deja gasto en el pueblo «pero dentro de dos años se acabó», cuenta Laura Vara, propietaria del bar Juventud de la localidad. Sobre el apoyo recibido, dice que la sonada ayuda directa de 5.000 euros «se irá en parte en la declaración de la renta». Y en vez de dinero, ella pide «más promoción del turismo». 

Tras dos incendios consecutivos, el miedo a este verano está latente. Un peón especialista destinado en Ferreras de Abajo no confía en el porvenir. «La parte de la sierra que da con el parte de Montesinhos tiene peligro», confiesa, y añade que la Carballeda y los Valles tienen mucha maleza también. El peor enemigo, «el calor extremo», señala, y añade que las lluvias tampoco ayudan «hay más vegetación». 

 Que esto llegue a repetirse es la peor pesadilla de muchos, como el joven Jose Carlos González, que emocionado recuerda: «Lo tuvimos encima». Él fue uno de los valientes que se quedaron a ayudar en el segundo de los incendios; abandonar por segunda vez el hogar y dejarlo a capricho de las llamas no era una opción. 

Unos kilómetros más allá, los vecinos de Ferreras de Arriba no se dejan engañar por el verdor de las últimas lluvias. El monte bajo ha resurgido, pero saben que los boletus se acabaron para siempre: no volverán a verlos entre tanto tronco negro. Además de pinares, se han quemado castaños más que centenarios que estos jubilados ya heredaron de sus abuelos y que no podrán legar a sus hijos. 

 Tristeza perenne

«Lo abandonaron», sentencia Clementina Moldón sobre lo que ella vio aquella noche, cuando dos rayos cayeron en el pueblo, uno a cada lado de la sierra. El primero lo apagaron dos chicos del lugar, el segundo, se dejó: «tenía que haber venido el helicóptero». Aquel fue el que hizo más daño. Clementina conversa con dos vecinas mientras una trabaja el huerto, Ángela Folgado y María Moldón. Las tres fueron desalojadas a Benavente. «No sabes si al volver vas a encontrar lo que dejaste», comparte María mientras cava las patatas. Su huerto está entre los dos montes que abrazan el pueblo, y recuerda como el fuego descendía por ambos lados cuando tuvieron que marcharse justo a tiempo para sortear las lenguas de llamas que luego cortaron las carreteras.

 El ruido del fuego

De aquella noche de huida, María no puede sacarse de la cabeza «el ruido del fuego», el estruendo de la madera doblándose y cediendo que no dejaba oír mucho más. «Aunque repueblen esto es ya para sesenta años». Y es que sin árboles este municipio micológico ha perdido también las setas, que significaban un dinero importante para los mayores y aún más valioso para los jóvenes. 

Aquel fuego sin apagar lo vio todo el mundo, aunque nadie consiguió que las autoridades intervinieran. «Avisamos de un foco pequeño, llegó el viento de por la noche y lo arrasó todo», relata Manuela Remesal sobre unas llamas que se echaban «detrás de las casas».

Sobre lo que pasó ese día, aún hay cosas que Remesal no se explica: «El mismo día del incendio por la mañana estuvo la UME. Trescientas personas en la era haciendo prácticas durante tres días y luego se largan». Ella también ha sido una de las vecinas que ha perdido el ingreso extra de la recolección de setas. 

 Tras el incendio, la zona se convirtió en una atracción para los curiosos y también personas solidarias, que iban a la zona en apoyo a los comercios locales. Aunque la afluencia no duró demasiado, y ya en septiembre la hostelería notó el bajón del turismo de caza: «El turismo rural hasta hoy ha bajado muchísimo», explica en su negocio de Villardeciervos María Jose Remesal, dueña del hotel y restaurante del mismo nombre.

 Sin turismo, son los maderistas los que ocupan las habitaciones de este negocio que da empleo a seis personas. Sobre las ayudas a la hostelería, la propietaria no duda: «quiero trabajo, no que me ayuden», explica sobre el bajón que ha pegado la zona en fechas como Semana Santa. Queda la incógnita de qué pasará este verano con el turismo, cuando cree que se comprobará si la zona sigue siendo atractiva para los visitantes o de por si el contrario, ha perdido toda la reputación entre los amantes del turismo rural. Porque hasta ahora, se ha vivido un efecto placebo cebado por la solidaridad de los turistas. 

 Atemorizados

 En la gasolinera de Otero de Bodas, Natalia Rodríguez recibe a los clientes un año después de haber jugado un papel clave en la lucha contra las llamas, cuando sus compañeros garantizaron el suministro a los camiones de bomberos y equipos de rescate, incluso cuando el fuego cercó la estación. «Yo soy de las que piensan que se podía haber evitado», relata sobre un avance que al inicio sí dio tiempo: desde el miércoles por la noche, cuando empezaba en Ferreras, al jueves por la mañana, cuando solo quedaban tres focos pequeños, podría haberse actuado. Fue por la tarde cuando «empezó a saltar» y aún «ni había medios y ni la gente que estaba podía hacerlo porque no se habían dado las órdenes», relata la joven trabajadora.

Quien vio el avance, lo vivió «atemorizado», dice Miguel Gómez sumándose a la conversación. A pesar de ello, este vecino de Cional, lejos de huir, decidió quedarse a ayudar. «Faltaban manos, pero aun así, no pude hacer nada», cuenta sobre la magnitud de las llamas. 

Miguel no se explica por qué aquel mes de junio las cuadrillas de incendios aún no estaban contratadas, «solo tenían que apretar un botón en el ordenador, pero no tenían ni prisa ni interés». Este vecino, originario de Valladolid, rehizo su vida en Zamora buscando la tranquilidad y la naturaleza de la zona que dice «era para flipar». Pero eso se acabó. «Ya no me gusta vivir aquí», dice tajante sobre lo que el paisaje le trasmite ahora, negro: «Se me cae el alma a los pies».

Se pregunta por qué no hay gente limpiando el monte durante todo el año, que, además, «daría empleo a mucha gente». En su opinión «cuatro empresas ganan más dinero con el negocio de los helicópteros que teniendo cuadrillas trabajando». Y pregunta: «¿Dónde están los culpables?, nadie responde». 

Una opinión que comparten más allá, donde la tristeza imperante se convierte en rabia en pueblos como Otero de Bodas, un pueblo en el que las llamas entraron en varias casas y donde algunos vecinos anónimos consideran que aquel incendio fue una sentencia de muerte para ellos: «Seguimos tan abandonados como estábamos hace un año o quizá más». 

El corrillo de vecinos sabe que han perdido el monte, el medio de subsistencia gracias a las setas, la leña, las castañas y el turismo. «Se ha perdido la supervivencia de la zona». A Otero pasó después de dos días «en vez de venir un hidroavión venían los ‘bambis’, que se iban lejísimos a recargar», y señalan con indignación hacia el embalse a pie del pueblo. 

El mismo viento que azuzó al principio las llamas también fue quien les perdonó; cambió en mitad del incendio y paró las llamas que habían llegado hasta la mitad del pueblo, a la altura de la iglesia. 

Los comentarios se cruzan como balas sobre porqué se dejó arder todo aquello: «La UME estaba con el fuego en los zapatos esperando a que el susodicho de turno levantara el teléfono», dicen unos. Otros lo saldan con un sencillo: «No interesó apagarlo».

Mientras tanto, los camiones siguen circulando desde hace semanas por las carreteras. «Se llevan lo poco que nos queda», sopesan sobre un incendio que a pesar de haberlos dejado «desahuciados», no ha supuesto ninguna dimisión. «No habrá responsables», augura el grupo de vecinos y acusan a los políticos de «evadirse» de la desgracia. «Nos quieren por los votos y los impuestos, luego no somos más que una gota de agua que se disuelve en el suelo». 

Sobre lo que queda por venir, el grupo estalla «¿Hay futuro?». Y no pueden olvidar que «el responsable aún sigue sentado en el sillón».

Sus nietos o biznietos podrían ver la sierra como ellos la vieron, aunque no creen que ocurra: «seguramente esto quede para ciervos y jabalíes por el futuro que no nos dejan tener», cuentan convencidos de que a se quiere echar a la gente de los pueblos para que sean otros los que disfruten «de lo que nos dejaron nuestros abuelos». Y dicen que «el monte estaba sin limpiar por preservarlo todo, y ahora no queda nada», aquejan sobre que a los habitantes no se les dejaba tocar ni una sola rama de sus árboles. «En cambio a las grandes industrias de molinos y placas les dejan todo», un sector «que no deja trabajo ninguno». 

Fotografía: José Luis Fernández








martes, 13 de junio de 2023

SIERRA DE LA CULEBRA, UN DESOLADOR PAISAJE (13/06/2023)

 

Irene Gómez: 13/ 06-2023. LA OPINIÓN- EL CORREO DE ZAMORA

 

Unos 150 camiones cargan cada día con la madera del cementerio de pinos que dejaron los incendios | Los motores no dejan de rugir en una vertiginosa tala contra las plagas

 

Un paisaje lunar empieza a dominar el territorio quemado de la Sierra de la Culebra. Tras el cementerio de pinos que dejaron los catastróficos fuegos sufridos por la provincia de Zamora el pasado verano –del primero se cumple un año el 15 de junio–, la vertiginosa tala de árboles descubre un escenario desnudo. El frondoso bosque de masas coníferas se ha transformado en una sierra de cuarcita y tierra donde duele pensar cuándo volverá la vida.

"Pasarán 40 años hasta que La Culebra vuelva a ser lo que era. Muchos no lo veremos" describe un trabajador forestal. Un año después del primer incendio, la naturaleza manifiesta los daños del desastre.

Nada como observar el trabajo de las procesadoras forestales para comprender la catástrofe medioambiental. Los números del despliegue de medios en los montes quemados de la Sierra de la Culebra impresionan. Alrededor de 200 trabajadores de las empresas que talan y sacan millones de troncos, más de 140 máquinas y unos 150 camiones diarios extrayendo la madera a un ritmo de 2.500 a 3.000 toneladas diarias.

 El majestuoso volumen de pino quemado reúne en el noroeste de Zamora a prácticamente todas las firmas del sector de Castilla y León, más las que llegan de Portugal, Galicia, incluso de Andalucía. En total 24 madereras, adjudicatarias de la subasta de más de once mil hectáreas de montes de utilidad repartidas en 74 lotes de 200 a 300 hectáreas por un montante de 20 millones de euros. De acuerdo con la Ley de Montes de Castilla y León, el reparto de fondos es de un 70% del importe de adjudicación para los Ayuntamientos afectados titulares de los montes para el ejercicio de sus competencias, y el 30% restante se destinará al Fondo de Mejoras, para labores de reforestación y mejora del monte.

 Tras la tala de miles de hectáreas abrasadas en los incendios, los ayuntamientos perderán durante años los jugosos ingresos que venían recibiendo por el aprovechamiento de sus montes.

"He conocido cómo era La Culebra trabajando aquí ocho años y cuando he visto el desastre he pensado, esto se acabó. Va quedar un desierto" relata el gallego Víctor Torrado, al volante de una procesadora capaz de cortar y trocear 500 metros cúbicos diarios. Lo que antes hacía un ejército de hombres ahora lo ejecuta este coloso que ronda los 600.000 euros.

 

Este mes hemos sacado 9.000 toneladas de madera para León. La madera tiene el gusano y los aserraderos no la quieren; así es imposible exportarla. Todo esto se quema, es la mejor manera de acabar con el bicho". Es el fin del ciclo, los pinos transformados en astillas para generar electricidad con el uso de la biomasa. La planta de biomasa de Cubillos del Sil funde toneladas de ramas y troncos para mantener a pleno rendimiento la central. Otra parte se destina a la construcción en madereras de España y Portugal.

El trajín de camiones por los tortuosos, y ahora embarrados, caminos que conducen al bosque es constante. Muchos en dirección a las centrales térmicas de León, otros a Portugal o Galicia. Las empresas no dan abasto para dar salida a la materia prima que más de medio centenar de procesadoras cortan, derraman y trocean. Detrás un autocargador con un remolque y una pinza conduce los troncos al embarcadero o puerto seco, donde la recogen los camiones.

Henrique Meneses carga todos los días un vehículo con 25 toneladas de madera que descarga a Orense. "Es una pena ver cómo está quedando esto" describe el conductor portugués mientras espera a que llene la carga. El camionero tarda "40 minutos" en salir a la carretera por los estrechos caminos y pistas forestales de la sierra. La situación más comprometida llega cuando se cruzan dos vehículos pesados.

Toneladas de troncos ordenadamente apilados esperan la salida de una Sierra de la Culebra cada vez más irreconocible. En el corazón de la Reserva, el controvertido Monte Casal, un latifundio propiedad de la Junta de Castilla y León siempre en el punto de mira por una cuestionada expropiación que causó dolor en el vecindario hace medio siglo, tampoco se libró del desastre.

 

Más de 40.000 camiones de madera

El plazo inicial marcado por la Junta, el 31 de marzo, para concluir las sacas, se tornó por completo inasumible. Después se amplió al 31 de julio. Tampoco parece posible que se cumpla este reto ante los limitados medios de explotación disponibles para asumir el gigantesco volumen de madera. Sin embargo, dejar limpio el monte es prioritario para evitar la afección de plagas a otras masas de árboles sanas.

Se ha retirado alrededor del 65% del total de madera, estimado en torno a 1,4 millones de metros cúbicos, como informó en su día la Consejería de Medio Ambiente, lo que equivaldría al aprovechamiento anual de los pinares en toda Castilla y León. Al final de la saca, habrán pasado por la Sierra de la Culebra y alrededores, unos 40.000 camiones transportado la madera.

"Ahora mismo toda la actividad de extracción de madera de la Comunidad se concentra en la Sierra de la Culebra" apuntan fuentes consultadas por este diario. Los motores no dejan de rugir, la Consejería de Medio Ambiente tiene prisa por retirar cuanto antes esta materia prima ya muerta, apremiada por la amenaza de las plagas.

Por eso la adjudicación de lotes en tiempo récord, en un intento de minimizar el ataque de los insectos perforadores o el nematodo del pino a las islas de arbolado superviviente al fuego. Hay pinos afectados, como certifican trabajadores a pie de bosque.

Entre el inabarcable paisaje calcinado, cuesta entender cómo pudo salvarse el más mínimo rastro de vegetación de los voraces incendios que llegaron a quemar 1.200 hectáreas a la hora. Entre el mar de pinos sobreviven manchas de bosque autóctono y de ribera. Las albarradas y fajinas han hecho su labor reteniendo cantidad de sedimentos en cauces y laderas que, sin estas empalizadas, hubieran terminado en los ríos y arroyos. Milagrosamente, la catástrofe medioambiental ha preservado pequeños oasis, ahora rebosantes gracias a las abundantes lluvias de las últimas semanas. Entre los pinares que aún sobreviven a las máquinas pululan corzos, jabalíes o el gato montés. El conductor de una procesadora asegura haber visto "un lobo" a escasos metros.

La naturaleza es agradecida y, tras una primavera en el dique seco, las precipitaciones han acelerado el reverdecimiento de la sierra. Junto al brezo, la jara, los zarzos, emergen las semillas de los pinos llamados a repoblar la sierra de forma natural. "Esto va a ser un bosque terrible" comenta un vecino de la zona.

Una vez concluida la saca, que por el desafío de una reforestación que armonice la recuperación ecológica con la prevención de incendios. Es impensable una plantación de pinos como la de mediados del siglo pasado. La Junta ha planteado a los alcaldes un "proceso participativo y sosegado". Los técnicos de Medio Ambiente trabajan en informes para plantear qué vegetación, pensando en vegetación más resistente a los incendios.

Los ecologistas apuestan por un cambio radical en un contexto de cambio global, de sequías y olas de calor prolongadas y, por lo tanto, de riesgo de incendios forestales cada vez de mayor magnitud.

Porque esa es la realidad. Un escenario con fuegos cada vez más voraces. Las 65.000 hectáreas que arrasaron los dos grandes incendios del verano, el 6% del territorio provincial, sitúan a Zamora en la negra estadística nacional.

La excepcionalidad de los dos grandes incendios de la Sierra de la Culebra está siendo objeto de estudios. Ya se realizan investigaciones por parte de expertos estudian el comportamiento del fuego, la vegetación, el avance. “La gran aliada de los incendios suele ser la noche, cuando el viento amaina, hay más humedad y el fuego no avanza. Hasta el año pasado, que no había diferencia entre el día y la noche” cuenta un miembro del operativo que el año pasado se enfrentó al coloso de fuego.

Ha pasado un año y todavía la gente se estremece cuando recuerda el infierno. En la barra del bar de Ferreras de Abajo, en la zona cero del desastre, es recordar el fuego y cambiar la cara. "Qué vamos a decir. Esto nos machacó".

 Fotografía: Ana Burrieza








jueves, 8 de junio de 2023

DATOS GENERALES DE VILLARRÍN DE CAMPOS (02)

 

Agricultura y Ganadería.  (datos de información del Catastro)

En el municipio había en el año 2.009, fecha del último Censo Agrario, un total de 70 explotaciones agrícolas, de las cuales 15 eran menores de 10 hectáreas, lo que indica que el 21,43% de las explotaciones se encuentran en minifundio.

 Entre 10 y 50 hectáreas había un total de 21 explotaciones, que suponían el 30% del total, siendo el número de explotaciones mayores de 50 hectáreas de 34, que suponían el 48,57% sobre el total de las mismas

 Datos referidos, igualmente, al Censo Agrario de 2009 nos indican que en dicho año estaban aprovechadas en el término municipal un total de 4960,46 hectáreas, de las cuales 4930,45 (el 99,4%) están aprovechadas en secano, mientras que las tierras en regadío son una mera anécdota, pues no alcanzan ni el 1% de las tierras aprovechadas en el término municipal.

En el mencionado año, había censadas 67 explotaciones en secano y 4 en regadío.

 A partir de datos obtenidos del Censo Agrario de 2009 correspondientes a las diversas cabañas ganaderas del término municipal (vacuno, ovino, caprino, porcino, equino, aves, conejas madres y colmenas), se han agrupado las Unidades Ganaderas en las tres principales cabañas (vacuno, ovino-caprino y porcino) considerándose las demás de forma conjunta, al no alcanzar éstas ni el 4% del total en la media provincial

 En el municipio, se registraron un total de 880,02 U.G. siendo la principal cabaña del municipio la vacuna con 620,00 U.G. que suponen el 70,45% sobre el total,

(Fuente, SODEZA  2009)

Estadística del IRPF

 

Según los datos hechos públicos por el Ministerio de Hacienda la renta bruta media por declarante, en el municipio de Villarrín de Campos en 2019 fue de 16.240€, 2.406€ más que en el año 2018. Una vez descontada la liquidación por IRPF y lo aportado a la Seguridad Social la renta disponible media por declarante se situó en 14.883€, 2.232€ más que en el año 2018.

En 2019 Villarrín de Campos se sitúa como el municipio nº112 con una mayor renta bruta media de la provincia de Zamora, y en la posición nº1324 en la comunidad de Castilla y León, el 5409 a nivel Nacional (sin PV y Navarra), abajo se muestra una tabla con las posiciones en las que se encuentran los municipios cercanos y con población parecida.

 Transacciones Inmobiliarias

 Según los datos del 4º Trimestre del 2022 publicados por el Ministerio de Vivienda, el nº de transacciones inmobiliarias en el municipio de Villarrín de Campos asciende a un total de 1, igual que en el 4º trimestre de 2021,de las cuales 0 son transacciones de viviendas nuevas y 1 de segunda mano.


El nº total de Transacciones de vivienda durante el año 2022 ha sido de 12 un 140.00% más que durante el año 2021 (5).

 Estadísticas turísticas a marzo de 2023.

 En Marzo de 2023 el Nº de turistas que visitaron Villarrín de Campos fue de 45 un 100,0% más que en Marzo de 2022.


El nº total de turistas que han visitado Villarrín de Campos de Enero a Marzo de 2023 ha sido de 171 un 100,0% más que en el mismo periodo de 2022.

(Fuente: Foro ciudad, Villarrín de Campos)