Irene
Gómez: 13/ 06-2023. LA OPINIÓN- EL CORREO DE ZAMORA
Unos 150 camiones cargan cada día con la
madera del cementerio de pinos que dejaron los incendios | Los motores no dejan
de rugir en una vertiginosa tala contra las plagas
Un paisaje lunar
empieza a dominar el territorio quemado de la Sierra de la Culebra. Tras el cementerio de pinos que dejaron los catastróficos fuegos sufridos
por la provincia de Zamora el pasado verano –del primero se cumple un año el 15 de junio–, la
vertiginosa tala de árboles descubre un escenario desnudo. El frondoso bosque de masas coníferas
se ha transformado en una sierra de cuarcita y tierra donde duele pensar cuándo
volverá la vida.
"Pasarán 40 años hasta que La Culebra vuelva a
ser lo que era. Muchos no lo veremos" describe un trabajador
forestal. Un año después del primer incendio, la naturaleza manifiesta los
daños del desastre.
Nada como observar el
trabajo de las procesadoras forestales para comprender la catástrofe
medioambiental. Los números del despliegue de medios en los montes quemados de
la Sierra de la Culebra impresionan. Alrededor de 200 trabajadores de las
empresas que talan y sacan millones de troncos, más de 140 máquinas y unos 150
camiones diarios extrayendo la madera a un ritmo de 2.500 a 3.000 toneladas
diarias.
"He conocido cómo era La Culebra trabajando aquí
ocho años y cuando he visto el desastre he pensado, esto se acabó. Va quedar un
desierto" relata el gallego Víctor Torrado, al volante de una
procesadora capaz de cortar y trocear 500 metros cúbicos diarios. Lo que antes
hacía un ejército de hombres ahora lo ejecuta este coloso que ronda los 600.000
euros.
Este mes hemos sacado 9.000 toneladas de
madera para León. La madera tiene el gusano y los aserraderos no la quieren; así es
imposible exportarla. Todo esto se quema, es la mejor
manera de acabar con el bicho". Es el fin del ciclo, los pinos
transformados en astillas para generar electricidad con el uso de la
biomasa. La planta de biomasa de Cubillos del Sil funde
toneladas de ramas y troncos para mantener a pleno rendimiento la central. Otra
parte se destina a la construcción en madereras de España y Portugal.
El trajín de camiones por los tortuosos, y ahora embarrados,
caminos que conducen al bosque es constante. Muchos en dirección a las centrales térmicas de León, otros a
Portugal o Galicia. Las empresas no dan abasto para dar salida a la materia
prima que más de medio centenar de procesadoras cortan, derraman y trocean. Detrás
un autocargador con un remolque y una pinza conduce los troncos al embarcadero
o puerto seco, donde la recogen los camiones.
Henrique Meneses carga todos los días un
vehículo con 25 toneladas de madera que descarga a Orense.
"Es una pena ver cómo está quedando esto" describe el conductor
portugués mientras espera a que llene la carga. El camionero tarda "40
minutos" en salir a la carretera por los estrechos caminos y pistas
forestales de la sierra. La situación más comprometida llega cuando se cruzan
dos vehículos pesados.
Toneladas de troncos ordenadamente
apilados esperan la salida de una Sierra de la Culebra
cada vez más irreconocible. En el corazón de la Reserva, el controvertido Monte Casal, un
latifundio propiedad de la Junta de Castilla y León siempre en el punto de mira por una cuestionada expropiación que
causó dolor en el vecindario hace medio siglo, tampoco se libró del desastre.
Más de 40.000 camiones de
madera
El plazo inicial marcado por la
Junta, el 31 de marzo, para concluir las sacas, se tornó por completo
inasumible. Después se amplió al 31 de julio. Tampoco parece posible que se cumpla este reto ante los
limitados medios de explotación disponibles para asumir el gigantesco volumen
de madera. Sin embargo, dejar limpio el monte es prioritario para evitar la
afección de plagas a otras masas de árboles sanas.
Se ha retirado alrededor del 65% del total de
madera, estimado en torno a 1,4 millones de metros cúbicos, como informó en su
día la Consejería de Medio Ambiente, lo que equivaldría al aprovechamiento anual de los
pinares en toda Castilla y León. Al final de la saca, habrán pasado por la
Sierra de la Culebra y alrededores, unos 40.000 camiones transportado la
madera.
"Ahora mismo
toda la actividad de extracción de madera de la Comunidad se concentra en la
Sierra de la Culebra" apuntan fuentes consultadas por este diario. Los motores no dejan de rugir, la Consejería de Medio Ambiente
tiene prisa por retirar cuanto antes esta materia prima ya muerta, apremiada
por la amenaza de las plagas.
Por eso la
adjudicación de lotes en tiempo récord, en un intento de minimizar el ataque de los insectos
perforadores o el nematodo del pino a las islas de arbolado superviviente al
fuego. Hay pinos
afectados, como certifican trabajadores a pie de bosque.
Entre el
inabarcable paisaje calcinado, cuesta entender cómo pudo salvarse el más mínimo
rastro de vegetación de los voraces incendios que llegaron
a quemar 1.200 hectáreas a la hora. Entre el mar de pinos
sobreviven manchas de bosque autóctono y de ribera. Las albarradas y fajinas
han hecho su labor reteniendo cantidad de sedimentos en cauces y laderas que,
sin estas empalizadas, hubieran terminado en los ríos y arroyos. Milagrosamente, la catástrofe medioambiental
ha preservado pequeños oasis, ahora rebosantes gracias a las abundantes lluvias
de las últimas semanas. Entre los pinares que aún sobreviven a las máquinas
pululan corzos, jabalíes o el gato montés. El conductor de una procesadora
asegura haber visto "un lobo" a escasos metros.
La naturaleza es agradecida y, tras una primavera en el dique
seco, las precipitaciones han acelerado el reverdecimiento de la sierra. Junto al brezo, la jara, los zarzos, emergen las semillas de los pinos
llamados a repoblar la sierra de forma natural. "Esto va a ser un
bosque terrible" comenta un vecino de la zona.
Una vez concluida la saca, que por el desafío de
una reforestación que armonice la recuperación ecológica con la prevención de
incendios. Es impensable una plantación de pinos como la de mediados del siglo
pasado. La Junta ha planteado a los alcaldes un "proceso
participativo y sosegado". Los técnicos de Medio Ambiente
trabajan en informes para plantear qué vegetación, pensando en vegetación más
resistente a los incendios.
Los ecologistas apuestan por un cambio radical en
un contexto de cambio global, de sequías y olas de calor prolongadas y, por lo
tanto, de riesgo de incendios forestales cada vez de mayor magnitud.
Porque esa es la realidad. Un escenario con fuegos
cada vez más voraces. Las 65.000 hectáreas que arrasaron los dos grandes incendios del
verano, el 6% del territorio provincial, sitúan a Zamora en la negra
estadística nacional.
La excepcionalidad de los dos
grandes incendios de la Sierra de la Culebra está siendo objeto de estudios. Ya se realizan investigaciones
por parte de expertos estudian el comportamiento del fuego, la vegetación, el
avance. “La gran aliada de los incendios suele
ser la noche, cuando el viento amaina, hay más humedad y el fuego no avanza.
Hasta el año pasado, que no había diferencia entre el día y la noche” cuenta un miembro del operativo
que el año pasado se enfrentó al coloso de fuego.
Ha pasado un año y
todavía la gente se estremece cuando recuerda el infierno. En la barra del bar de Ferreras de Abajo, en la zona cero del
desastre, es recordar el fuego y cambiar la cara. "Qué vamos a decir. Esto
nos machacó".
No hay comentarios:
Publicar un comentario