El sol de fuego, de virutas de aire tórrido se detiene en el
recinto de matorrales y árboles de la Fuente. Una brisa perezosa mece las ramas más
altas de los chopos, presagiando la
lenta extinción de la hoguera del verano.
Los jilgueros se detienen en los rincones ocultos ensayando otros trinos, los pardales regresan a los tejados y en lo alto de un álamo solitario la urraca lava su camisa blanca antes de partir.
El viento deposita en los surcos hojas secas, alambres retorcidas de espinos, hierbas sin nombre, arbustos descoloridos.
Llegará el otoño, el tardío de nuestros antiguos para instalarse en la Fuente.
Los jilgueros se detienen en los rincones ocultos ensayando otros trinos, los pardales regresan a los tejados y en lo alto de un álamo solitario la urraca lava su camisa blanca antes de partir.
El viento deposita en los surcos hojas secas, alambres retorcidas de espinos, hierbas sin nombre, arbustos descoloridos.
Llegará el otoño, el tardío de nuestros antiguos para instalarse en la Fuente.
F. Trancón
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