Ella, en el centro
Con algo de deuda impagada ya cuentan desde el día que nos dieron lo que no
tiene precio: la vida
La Opinión- El Correo de
Zamora 2/5/2019
Ángel Alonso Prieto (Villarrín de Campos)
Llega
el día de la madre : la mujer que nos pone en el calendario, en el mapa de la
vida, en el puzzle del mundo. Ella tiene un día, el resto es de los hijos en
sus múltiples afanes o distracciones
Aquí no
hay simetría ni paridad. La madre sabe que es puerta giratoria por donde los
hijos salimos y volvemos a ella con la rutina de encontrarla siempre abierta.
Tanta confianza en ese refugio sin clave secreta nos hace ingratos, malcriados
y egoístas. Ellas lo saben. Con algo de deuda impagada ya cuentan desde el día
que nos dieron lo que no tiene precio: la vida.
Mi
madre ya no está. Entre los papeles que recogí de sus carpetas de archivo
encontré una postal dedicada por el niño que era, quien aquí escribe: una
Virgen con el Niño y por detrás el inventario del único regalo que podía
hacerle el hijo lejano, recluido en un lejano internado. Se trataba de un
listado de misas, comuniones, rosarios etc. que mi piadosa e ingenua pequeñez
le anotaba que había ofrecido por ella, con el cariño que ahondaba la
distancia.
Eran
tiempos duros para ella y para mí, aunque mucho después los dos estábamos de
acuerdo que no menos felices.
Era un
regalo espiritual. O sea, nada de este mundo sino del otro, que para ella
contaba tanto como éste. Y mirándolo bien, aunque tratara de compensar a la
mujer que me trajo al mundo, nunca estuvo mejor dicho para ella lo de : 'Dios
te lo pague", porque sólo El sabe lo que le debemos, y ella aguardaba con
fe esa paga extraordinaria al fin de sus días.
Encontré otro papel
más grande y antiguo, de un antepasado familiar, dedicado a su madre, con la esmerada
elaboración en forma de collage periodístico, que tiene un significado bien
evidente: en medio de noticias, por su hábil mano rotuladas, encuadra las
letras de un poema dedicado a su madre. No me fijo en el texto, que hoy suena
pomposo, sino el lugar donde mi joven pariente escribe la poesía haciéndola
destacar, entre los demás titulares que constatan los sucesos de la vida, tanto
próxima como lejana. Lo que vive y sucede como primera noticia es ella, la
madre que no es noticia, el amor que es rutina. Pero el hijo lo sabe y enmienda
en parte la injusticia cotidiana poniendo a su madre en noticia de cabecera, en
el centro de su mundo y del mundo.
El día de la madre tiene ese punto de
ternura y aviso, de fiesta y advertencia para no pasar tan rápido las páginas
del cariño que ella escribe sin ánimo de concurso, sin esperanza de premio.
"Amor de madre". Una frase
hecha. Tatuaje repetido. Expresión sin verbo que ella conjuga. Gramaticalmente
no es una oración. Espiritualmente, dogma y mantra.
Seguiría escribiendo para amortizar,
fuera de plazo, el cariño que de ella recibí. Ya no está. Y como ayer, cuando
era niño, ahora sólo me queda juntar oraciones y letras para mandarlas a donde
se encuentre; seguro que aguardándolas.
Para ayudarme a terminar, antes que
la emoción sobrecargue la tinta, dejo aquí unos versos del gran poeta Antonio
Gamoneda que ayer leía como si me cayeran del cielo:
"Cuando no
sabía
aún que yo vivía en unas manos,
ellas pasaban sobre mi rostro y mi corazón".
aún que yo vivía en unas manos,
ellas pasaban sobre mi rostro y mi corazón".
(Foto. Ángel Alonso Prieto)
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