jueves, 16 de octubre de 2014

AVES MIGRATORIAS EN LOS CAMPOS DE VILLARRÍN


Cumpliendo con los ritos estacionales de la naturaleza, en breve tiempo, entrado ya el otoño (el tardío de nuestros antiguos), el viento, céfiro revoltoso que se escapa de los océanos que cercan la Galicia de brumas y tormentas, impulsa las nubes que transportan en sus odres de espuma, agua, sangre vital para los páramos de las llanuras de Villarrín, sedientos, atormentados  por el sol del estío.
El bálsamo de la lluvia, sanador mágico, lavará la tersa piel agrietada de la estepa, perfumando de menta, anís, y otras hierbas sin nombre, el aire aún cálido.
Un avisador misterioso, heraldo milenario, transportado por la brisa de estas planicies casi infinitas, convoca a aves viajeras , peregrinas devotas del charco  de San Pedro, de Santioste, del Villardón;  a pájaros errantes venidos del norte de Europa, al encuentro anual en los campos de agua amarga de Villarrín, de la  tierra sepultada en las lagunas de sal.
El espectáculo de miles de aves en perfecta armonía, disfrutando de la exquisita comida que el campo ofrece a los visitantes, constituye una oda a la fraternidad, respeto y unión de razas.
He recogido-para que el recuerdo sea perfecto- imágenes de las aves visitadoras. Si tienes paciencia, tal vez podrás contemplar este espectáculo del que te hablo. Hay quien opina que al alba y al atardecer son las mejores horas para observar el trasiego multitudinario, sonido de alas batiendo el aire, de trinos de tonalidades extrañas. En esos tiempos en los que la luz se enciende con el día, apagándose en el ocaso, entra en el hogar de nuestros campos y serás testigo activo de una de las visiones más portentosas que el paisaje de esta comarca nos puede ofrecer. Disfrútalo.
(P. Trancón)


























































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