Aunque he estudiado la obra de
media docena de artistas plásticos de Villarrín, esta no es una cifra cerrada,
existen muchas personas de esta localidad con inquietudes artísticas.
Realizar un catálogo de personas
interesadas y comprometidas con el arte en cualquier disciplina (pintura,
dibujo, escultura, modelado, creaciones literarias, etc.) creo que merece la
pena.
Tengo el privilegio, en esta
ocasión, de dar a conocer los trabajos de talla en madera de Francisco
Escudero.
Digo privilegio y confirmo que
hablar de este hombre tan excepcional es una suerte que no todas las veces se presenta.
“El único” nombre cariñoso con el
que es conocido en Villarrín, estuvo dotado de cualidades creativas singulares,
tanto en el arte figurativo como en la producción escrita.
La obra de Francisco responde a sus
inquietudes personales y están influidas por la cultura agrícola y religiosa de
la época, aunque obviamente adaptadas a su peculiar personalidad.
Una clasificación general de su
trabajo, puede ser el siguiente, no exenta de posteriores revisiones:
Iconografía sagrada
(Figuras de Cristo, virgen María, escenas religiosas, etc.)
Labores agrícolas (con
animales, y sin animales, formando conjuntos diferenciados, aperos de labranza,
segadoras, etc.)
Estampas domésticas (referidas
a la matanza y utensilios de cocina)
Varios (gatos, aves,
cocodrilos, etc.).
La variedad temática de esta exposición me lleva a pensar que su obra no es simplemente el resultado de experiencias
varias, sino que hay algo más: una configuración implícita de aventuras
estéticas que como dice Gombrich, potencian la recreación de lo misterioso.
Observe el espectador por ejemplo,
los gatos, su actitud orgullosa, enigmática, mirada indefinida. Describe con
indudable maestría y dominio de la forma la figura de este emblemático animal
casero.
¿Estilo? A un descubridor de la
expresión artística no se le debe agrupar en una determinada escuela. Tal vez
nos recuerda una tendencia neogótica, pero nada más. Lo interesante de este autor, no es únicamente
el diseño de sus esculturas, sino también el método personal para describir las
formas redondas de los personajes, ropajes sin perfilar, esbozos, no
caricaturas, que hacen que las vírgenes, labradores, etc. definan la quietud de
su figura de forma perceptible.
Al contemplar estas escenas
cercanas y familiares , antes descritas,
me recuerdan las palabras de
Frederic Amiel, que indica que el
creador de cualquier obra mira dos veces para ver lo exacto, pero nosotros los
que estamos situados ante el escenario de esa representación del arte, debemos
mirar una sola vez para ver lo hermoso.
Observando la trilogía
escultórica de las figuras de los Crucificados, tal vez pensó en el Cristo
cercano de Villarrín para describir la realidad comprensible y temporal de esta
experiencia religiosa adscrita secularmente a su vida.
Yo creo que en su obra,
recordando a Bernard Shaw, su arte lo ha utilizado para descubrir su alma, su
inquietud por lo novedoso, dotando a las circunstancias de su existencia de una
libertad generosa que le lleva a crear, no a imitar.
En la obra de "El único"” se intuye
el esfuerzo de un narrador de lo cotidiano por elevar a categoría de sublime lo
sencillo, lo elemental: el acontecimiento de su trabajo diario.
La muestra expuesta es
un valioso testigo para conocer el pasado de un hombre, de una generación, de
una época.
El arte de Francisco necesitó
soledad, pasión, vientos ásperos, terrenos duros ¿no es eso en definitiva la
esencia del alma y paisaje de Villarrín? Yo sostengo que sí.
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Realiza: F. Trancón
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