En un pueblo extinguido junto al otero,
construido con arcilla y paja arrancadas
a la estepa, sólo queda una calle. Sucesión de casas sin tejados, de vigas
esparcidas, dolientes restos de madera oscura que ya no sostienen la osamenta
de viviendas humildes, apagadas las llamas del hogar y resumida su existencia a
cenizas de recuerdos ya rotos.
Calle
sin nombre, abandonada. Los hombres se fueron, no colgaron las llaves en las
cerraduras, las arrojaron a la salina, para que fueran disueltas en agua
amarga y nadie las recuperará. El lodo
es su cárcel por la que el barquero ciego navega sin brújula.
No
sucumbe la calle sin nombre en el pueblo vacío, porque la primavera siempre
llega y el viento no es ave viajera, sino compañero fiel de la estación de la luz.
Tal
vez alguien de un lugar cualquiera, detenga su andar, camine con decisión por este
poblado en ruinas y escuche voces de niños saltando por las aceras, el paso de una
carreta aplastando las piedras díscolas, el aroma de pan de trigo nuevo, el
murmullo de palabras sin letras rebotando en los cristales de las viviendas,
las chimeneas activas elevando al cielo
plegarias escritas en el humo .
No
eres calleja ni sendero, sino avenida
mayor que termina en la laguna grande,
madre de todos los pastizales de juncos
y tierra salada de la llanura. Es hora
que oigan tu grito, porque has ganado tu
derecho al recuerdo permanente, con el
salario de tu silencio.
25/04/2020
Francisco Trancón
Pérez
Nota 1.
Este año debido a la pandemia provocada por el
coronavirus, no se celebra el día de San Marcos en Otero. Desde este BLOG, ofrecemos este breve
recuerdo, para que no quede ningún año sin actualizar su memoria.
Nota
2.
En la revista Brigecio, número 29
correspondiente a 2019, del Centro de
Estudios Benaventanos “Ledo del Pozo”, se publica un trabajo sobre Otero de
Sariegos (páginas 119-134), citando información referida a Villarrín de Campos.
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