viernes, 4 de octubre de 2019

MISIÓN PEDAGÓGICA EN SANABRIA (1934)


Texto publicado en LA OPINIÓN- EL CORREO DE ZAMORA (Dominical de 22/09/2019)




Francisco Trancón Pérez

Sobre las Misiones Pedagógicas en España se ha divulgado su labor de forma inicial a partir de la primera Memoria del Patronato (1931-1933) y posteriormente varios autores se han dedicado a escribir sobre este tema.
El objeto de este trabajo es acercarse al contenido de la  Memoria de  la Misión Pedagógico-Social que fue redactada por Alejandro Rodríguez Álvarez,  (Casona) (1903-1965) con el título de” Misión Pedagógico-Social en Sanabria” (Zamora) publicada en 1935, por el Patronato de Misiones, cuyo contenido había sido difundido con anterioridad en la revista “Escuelas de España, nº 12. Madrid-Diciembre de 1934 (la primera parte) y en el número 13. Madrid-Enero de 1935, se completó con la segunda parte.
Ambos artículos aparecen firmados por Alejandro Rodríguez “Casona”, con el título de “Ensayo de Misión Pedagógico-Social en San Martín de Castañeda”

El contacto con Zamora por parte de Casona se sitúa en el año de 1920, al  presentarse a un concurso floral convocado en esta ciudad con  un romance histórico titulado la “Empresa del Ave María”, siendo premiada dicha obra.
Cronológicamente es la primera publicación de Alejandro Rodríguez Álvarez de la que se tiene noticia aparecida en la revista Polytechnicum, de Murcia, que dirigía su fundador José Pérez Mateos.
Alejandro Casona dirigió esta Misión  en calidad de  Inspector de Primera Enseñanza de Madrid, con la colaboración de los estudiantes D. Carlos Rivera (Agricultura), D. Germán Somolinos (Medicina) y D. Luis Santabárbara (Arquitectura); y los mecánicos D. Antonio de la Paz y D. Miguel González. Se realizó del 5 al 15 de octubre de 1934 y comprendió los pueblos de San Martín de Castañeda, Ribadelago, Galende y Vigo.

Se justifica- en la Memoria- que la creación de la  Misión en San Martín de Castañeda se efectúa por ser “una de las varias zonas desven­turadas de España, donde la penuria material y la miseria es­piritual denuncian un grado de vida primitiva y lamentable. Ante la urgencia del caso el Patronato decidió acudir allí, no sólo con el bien, de la palabra, el libro y la fiesta recreadora, sino además con el beneficio de la alimentación necesaria a los niños, la orientación higiénica, el consejo práctico y la instala­ción adecuada de la Escuela primaria.”

Existen ciertos motivos   que me unen a la Misión en Sanabria.
Alejandro Casona  ejerció la misma profesión que la mía: inspector de educación; pero este vínculo no es determinante, obviando su faceta como escritor en el ámbito literario.
Mi abuelo impartió la docencia en  Ribadelago (1917-1920),  siendo su primer destino como maestro definitivo, había ejercido anteriormente como propietario provisional en diversos pueblos asturianos.  
Le unía una  buena amistad con Gabino Rodríguez (padre de Casona), director de la escuela graduada del Fontán (Oviedo), que participaría en las Misiones de Besullo (Asturias), pueblo natal de Casona. Ambos docentes ejercieron en esta comunidad autónoma y coincidieron en jornadas de formación pedagógica durante algunos veranos en Gijón.
Aunque no conoció personalmente a su hijo Alejandro, sí sabía de él por Gabino y por el seguimiento que hizo sobre el desarrollo de las Misiones de Casona en Sanabria.
A este recuerdo transmitido por mis antepasados, añado una anécdota  curiosa
Cultivaba mi abuela una pequeña huerta (próxima a la escuela de Ribadelago) y lo que le sobraba del consumo familiar (especialmente patatas) las vendía. Las mujeres cuando le compraban este producto hacían siempre el mismo comentario: -“ non vellu lo que hace, pero me parece que está escasu”.
Ella contestaba -“¿cómo si no ves, sabes que está escaso?”

A pesar de ser clasificada la plaza de la escuela de Ribadelago como mixta (niñas y niños juntos), fue regentada por maestros (normalmente eran maestras las preferidas).
En la Memoria se cita la colaboración del docente de Ribadelago (José Enríquez de La Rúa). Con relación a la presencia activa del mismo en la Misión, según investigación que he llevado a cabo,  toma posesión de su plaza el 28/7/1933, y en cuanto al cese aparece referenciado el 10/10/1934, por traslado a otra escuela.
No parece congruente que el maestro fuera nombrado miembro de  la delegación del Patronato de Misiones en San Martín, encargada de proseguir la labor de los servicios implantados (comedor, biblioteca, escuelas, ropero, etc.), considerando que su plaza no estaba ya en Ribadelago. A pesar de lo anteriormente indicado, entendemos que dichas funciones fueron asumidas por el nuevo maestro (Ángel Montero Lucas) que se posesionó de su nuevo destino el 13/11/1934.


Breves apuntes históricos sobre Misiones Pedagógicas

Siendo presidente provisional de la República Niceto Alcalá-Zamora y Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes Marcelino Domingo se crea, por Decreto de 29 de mayo de 1931 (Gaceta del 30), el Patronato de Misiones Pedagógicas con el fin de "difundir la cultura general, la moderna orientación docente y la educación ciudadana en aldeas, villas y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la pobla­ción"
Fue nombrado presidente del Patronato de Misiones Pedagógicas, Manuel Bartolomé Cossío.
La obra de las Misiones es llevada a cabo por inspectores de educación, maestros, médicos, estudiantes, conductores de camiones, mecánicos, etc. que participan de forma altruista y voluntaria con la obra “estos colaboradores, algo apostólicos y un poco evangelistas para desarrollar la labor bastan dos cosas: la primera sentirse atraído por las orientaciones en que la Misión se ins­pira, germen de la probable devoción y hasta del entusiasmo venideros; la segunda, tener algo para su ofertorio y aspiración a conquistar la sufi­ciente gracia para llegar con ella al ánimo de las gentes humildes"
El material de trabajo del equipo misionero se compone: de un proyec­tor cinematográfico, con películas educativas y de recreo; bibliotecas para las escuelas de las comarcas visitadas; y gramófonos, con una selección de discos, que después de la actuación, se dejan al maestro para que continúe con la obra iniciada.
Los objetivos de las Misiones- no carentes de idealismo y cierto romanticismo- son directos, operativos y en su mayor parte realizables. Señalan que hay que ir a los pueblos con elementos de acción social inmediata y eficaz; llevar abonos y semillas; enseñar mejoras de los cultivos tradicionales; dotar a las escuelas de material útil, fundar comedores, roperos y de elementos acertados y  precisos para su mejora,  pero no en calidad de regalo, de limosna, ni realizando ejercicios de adoctrinamiento.




Descripciones y relatos de la Memoria de la Misión en Sanabria.

Hago referencia a algunos aspectos narrados por Casona en la Memoria, donde se aprecia el estilo peculiar del autor que se observa en su creación literaria: texto bien escrito y construido, recreación dramática; descripciones llenas de sentimiento y poesía,  con concesión a la fantasía.

 De  D. Pedro, cura de San Martín de Castañeda dice que es " un clérigo rural de breviario y escopeta, discreto en campechanía y devoción caliente”. Le describe como  un sacerdote y campesino de  “manos humildes hechas a la rienda, al azadón y al óleo”.  Esta admirable simbiosis la amplía al ajuar de su hogar, “vive en una pobre casa de adobe enjalbegado, con un claro corredor abierto sobre los linares que rodean el magnífico ábside de San Martín. En un rincón, la escopeta de dos fuegos; balandrán y bonete en un claro, en el testero principal, una litografía, la Purísima de Murillo; una cruz negra incrustada en nácar en la ventana y sobre la camilla con faldas de bayeta verde, el botellín de pólvora y el devocionario..."

El dramatismo de sus palabras alcanza resonancias conmovedoras  en esta descripción 
“Un acontecimiento que impresionó a los integrantes de la Misión  Pedagógica fue la presencia de un entierro en San Martín de Castañeda "... va el cadáver en unas parihuelas, sin ataúd, envuelto  en una sábana blanca, rodeada de gritos y plantos galaicos. Los niños pululan curiosos entre las cruces caídas y una niña repite el planto dramático de las mujeres: ! prenda, prenda... perdónanos, rosa dulce !      Los ojos de los niños presencian cómo al darle tierra, se quita al cadáver la sábana que servirá para otra vez"

Describe a San Martín de Castañeda  forma abreviada con palabras expresivas y pinceladas llenas  de plasticidad “situado al mediodía, apretados establos y viviendas, con una vega rica de linos delante, nogales y castaños.”
Recuerda con desilusión el monasterio en ruinas” dovelas, sillares trabajados, rosetones y dinteles aparecen diseminados en la mampostería de las tapias algunas casas y en las tapias de los huertos”
Define el lago como un enclave “maravilloso, tan quieto y tan rígido, copiando la calma  desolada del pueblo y el paisaje”

De su visita a  El Puente -se celebra un mercado los lunes- lo ve como un poblado de vida ocasional, recinto de un inmenso ferial al que acuden los pueblos sanabreses de Vigo, Galende, San Martín, Ribadelago, Illanes, Pedrazales, etc.
Tiene El Puente durante unas horas, escribe “el abigarramiento de feria; tenderetes de lona, gritos y trapacerías del trato rural, gritería de mantas zamoranas, tintineo de monedas y cristales,  y el gran coro redondo de mugidos y cencerros del toral”. Considera este evento comarcal, como una ocasión para el trato, divulgación de noticias, renovación de alianzas, hallazgo de nuevas amistades.

Casona  considera  a Ribadelago   como “una aldea dramática en la orilla misma del Tera”. Estas palabras desafortunadamente se convierten en una triste premonición de la catástrofe de la rotura de la presa, causando el 9 de enero de 1959, 144 víctimas.

No podía sustraerse a las leyendas sobre el lago, todos tiene la suya referidas a monstruos, ciudades sumergidas, encantamientos, etc.
Relata que sobre el de Sanabria que la ficción  adornada con  ciertas  creencias cristianas, “tiene la lírica paganía de gaélicos y bretones”. Se refiere a Villaverde de Lucena  (Valverde para Unamuno), la antigua capital del Tera “que yace sepultada en el fondo y que la noche de San Juan, suenan anualmente, tristes de lejanía y agua”.  Recuerda que sólo los simples de corazón y los que van a morir las oyen.
Es muy hermosa la descripción que hace  cuando se trasladan en barca a llevar libros y cuadros a Ribadelago, escuchando “el grato rumiar al compás del remo”  evocando las leyendas de San Juan, donde el fuego y el agua, siempre enemigos y siempre juntos.
Para él estas manifestaciones las considera  como ancestrales cultos adónicos de sol y liturgia cristiana, en el solsticio de verano.

Consideraciones

El trabajo realizado en tierras de Sanabria por un equipo de voluntarios se valora como  un ensayo de acercamiento a los humildes, dejando junto a la obra material iniciada una huella moral  que fue correspondida por el cariño, gratitud y emoción de los pueblos de Ribadelago, San Martín, Galende y Vigo de Sanabria.
Sostiene el ideario de las Misiones que la ciudad debe fijar su atención en los “lugares de España que todavía desconocen las ventajas de la civilización.” En esta reflexión reivindicativa a favor de las zonas deprimidas argumenta que tienen  derecho a participar de los bienes generales y entiende que este principio de igualdad entre las personas “obliga sobre todo a las provincias donde las localidades perecen dar sostén y vida material y espiritual a estos pueblos”.
Estas palabras escritas hace 85 años- subrayan como en la época actual-la existencia de  situaciones de desventaja entre los servicios sociales y asistenciales que ofrecen las ciudades frente a los pueblos con escasa población.
Para cada circunstancia o hecho determinado de gran impacto, el lenguaje arbitra unos modos de expresión. En este caso me refiero al término “España vaciada”. Este concepto profundiza en las ostensibles diferencias de uso y acceso a los bienes culturales, materiales, asistenciales, educativos, etc.  que se observan entre las ciudades y los “pueblos dispersos”, alejados de las poblaciones importantes, que tienden a desaparecer o a quedar concentrados en urbes de mayor entidad poblacional.

El Patronato de Misiones donó ocho bibliotecas a la provincia de Zamora, gramófonos, discos, semillas, material higiénico, subvenciones para roperos, cantinas (comedores escolares), etc.
Efectuaron diversas representaciones teatrales en Sanabria.
La realización de esta obra, aunque de corta trayectoria por las circunstancias traumáticas que acontecieron en España dos años después, es digna de elogio y de recuerdo.




















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