Tierra de Campos Celebración del Año Europeo del
Patrimonio Cultural
Los ecos de
Otero de Sariegos
Las campanas de la iglesia de este despoblado vuelven
a sonar por un día de la mano de Joaquín Alonso, de 80 años, que fue uno de los
últimos monaguillos de la parroquia.
LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA 22 de abril de 2018
Alejandro
Bermúdez. 73 años
habían pasado desde la última vez que Joaquín Alonso Martín subió las mismas
escaleras de caracol, pero al llegar al último escalón y abrir la trampilla
sobre su cabeza pudo comprobar que todo permanecía tal y como lo había dejado
entonces, a sus siete años. La campana "María y José" tenía la misma
"mordida" debajo del labio y la misma cicatriz refundida en la
izquierda, tiró del badajo y volvió a escuchar ese sonido de lata, "no es
la mejor, pero suena exactamente igual", pensó en voz alta el campanero.
Del otro lado colgaba de un yugo totalmente artesanal, entera, la Santa María,
y bajo sus pies ese sutil crujido de la madera acompañaba sus pasos.
Lo que sí había cambiado era el paisaje a los pies de
la iglesia. Donde antes había chimeneas humeantes ahora hay tejados derruidos,
escombreras o solares yermos, y las calles de Otero de Sariegos comienzan a
desdibujarse. El pueblo perdió a sus dos últimos residentes a principios del
siglo XXI y desde entonces ha ido perdiendo la forma, pero ayer se volvería a
llenar de vida. Algunos de los últimos hombres y mujeres que nacieron en esta
aldea enclavada en el corazón de las salinas hoy vuelven, desde Villafáfila o
desde Villarrín, para escuchar a Joaquín tañer las campanas de la iglesia de su
pueblo, dedicada a san Martín de Tours. Todos pasan de los 50 años y vienen con
sus hijos y nietos, que no han crecido allí pero llevan la sangre de Otero en
las venas. Lo de ayer servía de excusa para enseñarles, una vez más, la tierra
de sus raíces, "el pueblo roto", como lo llaman algunos de los más
pequeños. El pueblo roto es en realidad un pueblo absorbido por sus dos
localidades vecinas, a donde poco a poco se fue mudando la gente a lo largo de
la segunda mitad del siglo XX porque en Otero de Sariegos no había comercios,
ni médico, ni farmacia, y no pasaba la carretera.
Ya en 1.945, cuando en España había más curas que
iglesias y misa diaria en casi todas, en Otero carecían de párroco y era un
cura de Villarrín, Arcadio Flórez, el que iba en bicicleta hasta Otero para
oficiar las eucaristías. Su monaguillo era Joaquín Alonso Martín, que le
acompañaba los domingos subido en la misma bici y aprendió a tocar las campanas
para llamar a misa a los vecinos de Otero mientras don Arcadio se preparaba en
la sacristía. Lo hizo hasta que cumplió los siete años y marchó a estudiar al
seminario de Astorga.
Ayer, a sus 80 años, volvía a tocar las mismas
campanas con motivo de la celebración del Año Europeo del Patrimonio Cultural,
que campaneros de todo el continente quieren aprovechar para solicitar a la Unesco la declaración de los toques manuales de campana como
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Más de 1.400 campanarios de
toda Europa sonaron a la vez, ayer al mediodía, para avalar la candidatura. En
esta provincia fueron 36 las iglesias que se sumaron a la iniciativa gracias al
trabajo de la Asociación de Campaneros de Zamora, de la que Joaquín es uno de sus
miembros con más larga trayectoria. En 1986 fundó en la provincia de León,
donde reside, la Escuela de Campaneros de Villavante, y ha inculcado en decenas
de niños leoneses el amor por las campanas, también ha exhibido su destreza con
los badajos en múltiples localidades de Castilla y León, algunas tan
emblemáticas como Urueña o Castrillo de los Polvazares, en el Teatro Principal
de Palencia, o frente a los miles de moteros de la concentración
"Pingüinos" de Valladolid, y ya son varias las televisiones que han
inmortalizado sus repiques en diferentes reportajes y programas. Todavía coge
el coche cada domingo para ir a tocar las campanas de Veguellina de Órbigo,
pero ayer ofrecía su concierto para los descendientes de Otero de Sariegos,
acompañado de otro experimentado campanero, Juan José Cid, de Burganes de
Valverde.
La Asociación de Campaneros de Zamora quiso llevar
esta iniciativa de toda Europa a los pueblos más pequeños de la provincia para
que la fiesta de las campanas fuera también una llamada de atención contra la
despoblación, cuyo ejemplo más precoz, y quizás el más sangrante hasta la
fecha, sea el de Otero de Sariegos.
Las campanas también llamaron a luchar contra la
despoblación desde la ermita de Argusino, en Sayago, o desde Villarino de Cebal,
en Aliste, donde habitualmente viven tres vecinos y ayer varias
decenas de personas se concentraron para escuchar los toques manuales. Además,
la iniciativa servía de excusa para montar un día de fiesta en estas
localidades tan pequeñas, y en este sentido fue todo un éxito, con festejos por
todo lo alto como el celebrado en Castillo de Alba o refrescos más modestos
como el que ofrecieron en Otero de Sariegos dos mujeres de Villarrín, Isabel y
Esperanza.
La asociación habían preparado conciertos simultáneos
en 14 torres distribuidas por 12 localidades de Zamora, pero más gente
respondió a su llamada y al final fueron 36 los campanarios que repicaron al
unísono contra la despoblación y por el reconocimiento de la Unesco: Argusino,
Bamba del Vino, Castillo de Alba, Fontanillas de Castro, Fuentesaúco, Otero de
Sariegos, Pajares de la Lampreana, Puebla de Sanabria, San Román del Valle,
Sejas de Sanabria, Villanázar, Villarino de Cebal, Samir de los Caños, Torres
del Carrizal, Cerecinos del Carrizal, Domez de Alba, Carbajales de Alba,
Manzanal del Barco, Camarzana de Tera, Villaveza del Agua, Torregamones,
Morales de Toro, Villalonso, Villardondiego, Rozas, Andavías, Santibáñez de
Tera, Pinilla de Toro, Vezdemarbán, Revellinos de Campos, la iglesia de San
Julián de los Caballeros en la ciudad de Toro y las de San Atilano, Santa María
de la Horta, San Antolín y San Claudio de Olivares en la ciudad de Zamora. En
todas ellas se han grabado pequeños vídeos que la Fundación Hispania Nostra
juntará a los del resto de España para elaborar un reportaje que avale la
candidatura ante la Unesco.
Joaquín Alonso
Joaquín Alonso
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