Villarrín y su Cristo
La imagen no es movida de su trono si no es con autorización especial, para
que cese la sequía
Ángel Alonso
Prieto La Opinión –El Correo de
Zamora 20.09.2017
La historia de la Santa
Imagen se remonta al siglo XV cuando la crónica piadosa relata el
acontecimiento de la transformación milagrosa de la talla anterior que dio
lugar a la que actualmente veneramos. Es una imagen vestida, aunque impone de
todos modos con su tremendo dramatismo. Es un Cristo agonizante que, a pesar
del rico fondo de armario con que cuenta para realzar la veneración, parece que
acaba de pronunciar la frase del relato evangélico : "Padre, por qué me
has abandonado?". Don Miguel de Unamuno describió literariamente a un
Cristo muerto castellano: " Oh Cristo pre-cristiano y post-cristiano/
Cristo todo materia/ Cristo árida carroña recostrada/ con cuajarones de la
sangre seca/ el Cristo de mi pueblo es este Cristo; /carne y sangre hechas
tierra, tierra, tierra."
La identificación del
cuerpo del crucificado, que hace el gran polígrafo vasco afincado en Salamanca,
con el suelo que se pisa y se cultiva es de una aparente crudeza poética, sin
embargo el Señor se ofreció a sí mismo en las especies más antiguas que cultiva
el hombre: el pan y el vino. No es casualidad por lo tanto que la devoción a
este ser divino, "exprimido y trillado" por nosotros, haya arraigado
tanto en una provincia que posee dos grandes comarcas con ese binomio ancestral
de cultivo y alimento: el pan y el vino.
Nuestro Cristo de los
afligidos, queda claro que nos representa.
La imagen no es movida de
su trono si no es con autorización especial, motivada generalmente para implorar
el cese de la sequía.
El que escribe fue testigo,
de niño, la última vez que procesionó, con motivo de la celebración de su 500
aniversario, en 1960. A cuyo evento acudieron miles de personas de los cerca de
treinta pueblos devotos, como también recogió la prensa regional de aquel
tiempo en las páginas del Correo de Zamora, certificando lo que fue una
auténtica romería como Dios manda: con Misa, cantos y mantel sobre las eras.
Cincuenta años después, una nutrida representación de aquellos municipios,
volvieron a rendirle pendones y ofrendas en una misa de Campaña en la Plaza,
concelebrada por el Vicario y numerosos sacerdotes, varios hijos del pueblo. Al
que escribe le fue concedido el honor de leer, en la postcomunión, un poema que
compuse del que entresaco estos versos:
Cristo moreno y doliente/
como la gente labriega / coronado estas de amor/ de los pies a la cabeza/
Cristo vestido de oro/ para ocultar la gangrena/ y que tu Madre no mire/ tanta
sangre que le apena
Estamos ya con la novena
que precede a la celebración anual. El fervor y el perseverante amor a la santa
imagen hace que haya partes del rezo del novenario que los fieles orantes
recitan de memoria. Y no digamos el himno, que se corea como un clamor que
resuena en las amplias naves de la iglesia parroquial.
La fiesta propiamente dicha
arranca el sábado con los famosos fuegos artificiales cuyo estruendo y
colorido, en la noche de vísperas, remeda la brillante y soleada despedida del
verano para toda la comarca. No se ahorran costes para este espectáculo
tradicional que termina con el despliegue de la imagen del Santo Cristo
refulgiendo, sin quemarse, en medio de la traca final. "Él es la
Luz", viene a decirnos, y en la esbelta torre del pueblo tiene su faro.
Felices
Fiestas a todos
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