miércoles, 11 de noviembre de 2015

ARTISTA PLÁSTICO : BELARMINO BODEGO DE CRUZ (Villarrín de Campos)

BELARMINO BODEGO DE CRUZ (Villarrín, 1947)

Belarmino lleva un compromiso vital con el arte en un espacio temporal de más de treinta años.  Muchas horas de creación, de inmersión en el mundo lúdico de la forma, de investigación, de dudas, de metamorfosis, de cambios, de experiencias.
Le inscribimos en el listado de artistas plásticos de Villarrín con la profunda satisfacción de dar a conocer algo de su obra, no toda porque es tarea muy laboriosa, llena de incógnitas y secretos que el artista acoge en el interior de su imaginación y no sucumbe a la tentación de divulgar aquello íntimo y personal .
 Nino (nombre familiar como se le recuerda en Villarrín), comenzó su andadura por el complejo sistema de la forja del hierro muy joven. Dice que esta vocación, esta adición a jugar con los objetos y darles vida se la inculcó su abuelo (herrero), yo diría más bien que le inoculó una sustancia especial en su imaginación.
Clasificar la obra de Nino no es un ejercicio de reducción, sino un método para ubicar su quehacer artístico.
Temporalmente hay tres períodos muy definidos en su carrera: descubrimiento de su estilo artístico, consolidación de su técnica e incursión en otras modalidades expresivas.
La primera -fase iniciática- comienza posiblemente a los catorce años. Las primeras figuras, las primeras ideas, se van forjando entre los años 1971- 1974. En esta época empieza a dar a conocer su obra en exposiciones individuales celebradas en Lyon (Francia). En esta ciudad vivió con sus padres (emigrantes) durante unos años.
Hacia 1978 se instala como herrero en Villarrín. En 1978 realiza su primera exposición individual en Zamora
Tuve ocasión de escribir sobre el trabajo de Belarmino en el año de 1982 (se adjunta el artículo)
Desde sus primeros pasos por dominar y dar forma al hierro, hasta la fecha indicada anteriormente se puede apreciar que Belarmino ha encontrado el difícil camino del arte. Ha abierto la caja de Pandora de su imaginación y su obra cobrará una entidad expresiva, dotada de una metodología de trabajo muy consolidada.

Se adjuntan fotografías de la primera parte de este trabajo de investigación sobre su obra, referida al período anteriormente indicado. En posteriores ediciones, se irá publicando el resto del estudio.

UBICACIÓN DEL ARTE DE BELARMINIO EN LA ESCUTURA CONTEMPORÁNEA
(Publicado en AZE REVISTA, 13 de mayo de 1982)

Aunque la escultura de de Belarmino no haya nacido al amparo de una escuela reconocida, sino del autodidactismo de su talento creativo, ello no es obstáculo para relacionar su obra con otras de parecidas características existentes tanto en el espectro nacional como extranjero.
Arnold Hauser  indica que las obras de arte son provocaciones que nosotros no las explicamos, sino que polemizamos con ellas, interpretándolas de acuerdo con nuestros propios fines, insinuando  que establecemos una relación, hacemos “un arte”, el nuestro. En este caso Belarmino crea su propia galería plástica que asumimos como un reto de modernidad, de visión actual.
En la obra del escultor de Villarrín- a pesar del neoclasicismo de sus esculturas- su técnica se inscribe dentro de las modernas tendencias estilísticas, aportando una nueva visión.
Dirigiendo la atención a las posibles analogías entre el arte observado en las obras del Nino y la escultura contemporánea, analizamos – sin obviar la originalidad del autor, las posibles conexiones formales y expresivas de su obra plástica.
De la escuela castellana, señalamos para este estudio a Victoriano Macho, ya que él inmortalizó en piedra la primera mujer en su “Eva de América. Se observa en esta figura una encarnación aborigen del desnudo femenino sudamericano. La grandiosidad, robustez y gallardía de esta obra, no se asemeja a las tendencias de Belarmino, aunque sí en el tema elegido. Éste y Victoriano Macho son dos creadores natos; participando de una fuente de inspiración basada en el entorno social para el palentino, y en el de la naturaleza para el zamorano.
La figura de Eva modelada por Morgrovejo, muestra un espléndido desnudo, advirtiendo en él un estilo rodinianio, por su parte Maillot, sigue una muestra femenina de formas redondas y apacibles, observadas en Gerhars Marcks en su   escultura Maya.
Las coincidencias del villarrino (gentilicio utilizado para nombrar a los habitantes de Villarrín, aunque algunos indican que es más propio utilizar el vocablo villarrineses, no vamos a entrar en un debate lingüístico, y doy por bueno el respeto a la tradición secular) con los dos últimos autores antes citados, consiste en que procuran dotar de cierto movimiento a la obra en un intento por hacer más concreto aquello que se desea resaltar.
La “Eva de Villarrín” se aleja de la concepción clásica, aportando aditamentos originales.
Aparte de la morbidez y formas estilizadas y delicadas, observamos en el rostro de “Eva”     una carga incitante y retadora, que confiere a la obra cierto erotismo exento en las obras de los otros autores señalados.
El desnudo de la figura femenina que Belarmino nos muestra, se asemeja a la escultura-pintura de Archipenko.
Dentro del esfuerzo por acercar la obra de Nino a las corrientes modernistas, buscando coincidencias más remotas que próximas, encontramos en Casanova-entusiasta de la estatuaria griega- perteneciente a la escuela catalana, unos segmentos de encuentro, observados en el sfumato de la mirada de Erato, un esbozo de sonrisa, detenida por las dinas curvas de los labios. En esta dirección Belarmino coincide con él.
La representación de los animales –como motivo de sus esculturas-ocupa un lugar destacado. Concibe la belleza del animal dentro de su ámbito natural, en plena lucha o forcejeo por la existencia, o bien enfrentándose a un enemigo invisible.
Le gustan los paños ásperos, erosionados, en los que representa el esfuerzo del animal corriendo, saltando, volando, persiguiendo a una presa.  Son instantes emocionales descritos en momentos críticos e irrepetibles.
La factura de estos trabajos es complicada, su diseño laborioso, escrupuloso. Manipula pieza a pieza los elementos para luego ensamblarlos con precisión matemática, dotando al animal de hierro un organismo en movimiento, de vida orgánica.

     

















F. Trancón

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