lunes, 2 de junio de 2014

25 ANIVERSARIO DE LAS INUNDACIONES EN VILLARRÍN (1989-2014)


El 30 de mayo se cumplieron 25 años de la tromba de agua que cayó sobre Villarrín, dejando un rastro desolador. Gerardo Martín, entonces alcalde, rememora aquel “susto monumental” “Cuando llegué aquello daba miedo”

(La Opinión de Zamora, 01/06/2014)

I. Gómez

La mañana del 30 de mayo de 1989 cuando aquella nube negra que no barruntaba nada bueno descargó sobre Villarrín de Campos, Gerardo Martín de la Torre estaba en la Diputación despachando algún asunto con Luis Cid, el entonces presidente. «Allí me dijeron que llovía fuer­te en el pueblo, que el agua se estaba metiendo en las casas, que me fuera para allá. Yo pen­sé, no será para tanto, pero cuan­do llegué aquello daba miedo». Lo recuerda el que fuera alcalde de Villarrín hace 25 años, aquel último día de mayo en que una fuerte tormenta dejó el pueblo arrasado.
Fueron apenas dos horas, en­tre las siete y media y las nueve y media de la mañana, suficien­tes para que la tremenda descar­ga de agua provocara una riada que ni el cauce del arroyo Re­guero pudo contener. El corazón del pueblo se transformó por momentos en un mar y el agua inundó más de treinta casas, arrolló varios coches y un cente­nar de animales murieron atra­pados entre el barro. Lechones, cerdos y ovejas fueron los que corrieron peor suerte en este epi­sodio que no se ha olvidado en el pueblo. Y del mismo da fe El Correo de Zamora del último día de mayo de 1989.
Ha pasado un cuarto de siglo y en la memoria de los vecinos de Villarrín de Campos perdura el recuerdo de «un susto de campeonato» que tuvo sus efec­tos en otros pueblos de la zona aunque no con tal virulencia.
La oleada de tormentas que por aquellos días afectaba a buena parte de la provincia des­cargó toda su ira en el pueblo terracampino como ni los más mayores habían conocido nun­ca. Cuando aquel último martes de mayo Gerardo Martín de la Torre salió temprano de casa camino de Zamora la nube ne­gra ya estaba instalada por la zona. «Recuerdo que llevaba a un matrimonio porque se mar­chaban de vacaciones e íbamos hablando; decíamos como le dé por caer a esta nube... Y mira si cayó».
Tal fue la fuerza del chapa­rrón que arrastró algún vehícu­lo y hasta una hormigonera y una pesada grúa aparecieron desplazados por la corriente medio kilómetro abajo ante el espanto y la incredulidad de un vecindario que vivió dos horas de pánico.
En algunas casas el agua al­canzó hasta metro y medio de altura, causando daños más im­portantes en las construcciones de tierra y adobe. La evaluación posterior elevó a sesenta casas afectadas y casi una decena las que se derrumbaron debido a su mal estado.
Después de la tormenta llegó la calma y con ella el paseíllo de autoridades para comprobar «in situ» los destrozos y evaluar los daños. «Todos traían algo bajo el brazo; no se portaron mal ni los de un partido ni los de otro» re­cuerda el alcalde. La reacción más inmediata llegó del presi­dente de la Diputación; «en cuanto le expliqué a Cid lo que había puso cien millones de pe­setas encima de la mesa para cré­ditos blandos a los que se po­dían acoger los afectados. No llegaron a pedirlos todos» reme­mora Martín de la Torre.
También se dejó caer el en­tonces gobernador civil, José Luis Colado; el presidente de la Confederación Hidrográfica del Duero, José María de la Guía; el responsable de Protección Ci­vil. «Y no se si fue por esas fe­chas, quizás un poco después, también estuvo Aznar (por aquella época presidente de la Junta de Castilla y León). Unos y otros nos atendieron bien» in­siste el regidor de Villarrín de Campos, quien permaneció quince años al frente del Ayun­tamiento.
La tromba de agua dejó hue­lla en parte de las comarcas de Campos y Pan. Pues aunque a su paso por Villarrín el río Sa­lado no llegó a desbordarse, sí lo hizo en su discurrir por otros pueblos como Cerecinos del Carrizal, Arquillinos, Benegi­les y Torres del Carrizal. Las precipitaciones continuaron en los días posteriores aunque más suaves, pero otros pueblos de la provincia no se libraron de los pedriscos que los últi­mos días de mayo y los prime­ros de junio de 1989 malogra­ron las cosechas en aquella atribulada recta final de la pri­mavera.
Los cultivos de Bretó de la Ribera, Cerecinos de Campos o Peñausende sufrieron el efecto de la piedra en cereales y viñe­dos. Y aunque en menor medi­da, tampoco se libraron de aquellos tormentosos días zo­nas de Villalpando, Tapioles, Montamarta o Roelos.
«Se pasó un mal rato pero por suerte duró poco y el agua salió rápidamente» indica Mar­tín de la Torre refrescando la memoria. Han pasado 25 años y por fortuna el pueblo de Villa­rrín de Campos no ha vuelto a sufrir un episodio similar. «To­do lo contrario, mira como es­tamos ahora» comenta el ya ex alcalde en referencia a la pro­longada sequía de esta prima­vera. A sus 73 años y ya desde la distancia Gerardo Martín so­lo lanza un deseo: «que no vuelvan estos sustos».



 TEXTO DE LAS FOTOGRAFÍAS ADJUNTAS PUBLICADAS POR LA OPINIÓN

Varios vecinos observan el arroyo Reguero que no consiguió detener la corriente.
   
     Los vecinos limpian la puerta de una casa.

     La maquinaria desplazada por la fuerza del agua.

    Gerardo Martín (segundo a la izquierda) con el gobernador






(F. Trancón)

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