(Serie de "Aves esteparias" textos de Francisco Trancón)
El
cielo azul parece más alto y la luz blanca brilla sin tregua. Pero, cuando el halcón, guerrero asesino, despliega sus alas esgrimiendo su pico implacable, y se impulsa al vacío como lava ardiente de
un volcán furioso en busca de débiles presas, entonces una nube oculta más allá
de las soledades de los oteros lejanos, empuja
las sombras y una oscuridad cada vez más intensa avanza por los ríos sin
luz.
La
muerte camina transportada por este pájaro feroz. La tierra cierra sus ojos y
se cubre de luto, después de un fugaz instante de duelo, se llena de vida la
estepa y el ave rapaz lleva en sus garras el despojo de un mártir sin nombre.
El grito estridente de su victoria anuncia el final de una mañana sangrienta.
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