sábado, 16 de marzo de 2019

FALLECIMIENTO DE DON DIEGO MIÑAMBRES TEMPRANO, sacerdote nacido en Villarrín



El 10 de marzo de 2019, falleció D. Diego Miñambres Temprano (Sacerdote emérito de Santa Eulalia de Tábara, Faramontanos y Pozuelo), nacido en Villarrín de Campos, aunque no fue muy pródigo en visitas a su pueblo, siempre ha guardado un recuerdo entrañable de sus orígenes.
Se incluye una entrevista publicada en la Revista La Fuente (Santa Eulalia de Tábara, agosto de 2018), cuyo contenido se exponen a continuación
Realización de la entrevista:
Josefina Román Ferrero (directora de la revista) y Francisco Trancón Pérez (redactor)
La  jubilación de D. Diego, sacerdote de Faramontanos, Pozuelo y Santa Eulalia, que ejerció en esta última ciudad su magisterio sacerdotal durante 22 años, es un hecho de singular relevancia que, según  el acertado criterio de Josefina  Román Ferrero, directora de la revista LA FUENTE (Santa Eulalia de Tábara), merece una especial atención en las páginas de este medio de comunicación, deseo que se traduce en una entrevista realizada por la citada directora y Francisco Trancón, a D. Diego  el día 2 de abril de 2018, cuyo contenido se expone a continuación.
Debido al delicado estado de salud del sacerdote, estimamos que la entrevista fuera breve y posiblemente teníamos que obviar algunos puntos anotados en el guion; sin embargo, no fue así,  Don Diego hizo un esfuerzo generoso y contestó a cuantas preguntas le formulamos y otras muchas que fueron surgiendo a lo largo de un conversación que  se dilató más de una hora.
Tuvimos el privilegio de escuchar a un presbítero de profundas convicciones religiosas, muy comprometido con su labor, ameno, reflexivo, armonizando el presente y el pasado de su cultura sacerdotal.
Josefina –en la introducción de la entrevista- señala que desde la Revista “La Fuente” quería que se reflejara en la misma “un testimonio personalizado, no el clásico adiós; sino un relato de sus vivencias, de su labor sacerdotal en Santa Eulalia para que quedase un testimonio que todos puedan recordar”.
Lugar de nacimiento de D. Diego, recuerdos de su infancia, del pueblo,  amistades.
Don Diego nace en Villarrín de Campos, el 6 de mayo de 1932, hijo de Crescenciano y Teresa. Fue bautizado en la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción de Villarrín el 21 de mayo de 1932. Administrada la  confirmación el 24 de mayo de 1937. Recibió la orden del subdiaconado el 20 de junio de 1954, por el obispo de Astorga (datos registrados en libro de Bautismos  de Villarrín de Campos. Tomo 11, folio 141 vuelto) 
Asistió como escolar al colegio privado “Santísimo Cristo de Villarrín de Campos”. Curiosamente fue su maestro D. Domingo Mateos (Melgar de Tera), que estaba de cura en este pueblo y que lo volverá a encontrar en Santa Eulalia como sacerdote, al que sustituirá. El citado sacerdote ejerció la docencia en Moreruela de Tábara, comisionado por la Fundación Sierra Pambley y cesó sus actividades al frente de la escuela el 28 de diciembre de 1943, tal como consta en el libro de actas del Patronato de dicha fundación.
Recuerda con nostalgia y cariño a sus amigos de la infancia: Sebastián, Pepín (hijo del médico), su hermano Gonzalo. Para su satisfacción le recordamos que éste último estuvo esta semana santa en Villarrín.
Llamada a la vocación  sacerdotal
El principio de su carrera hacia el sacerdocio se inicia “de una forma natural espontánea. Mis padres eran muy religiosos, sobre todo mi madre. Lo que se aprende y se mama de pequeño, dura para siempre”.
Contribuyeron a consolidar su vocación, su prima que fue su catequista. El trato y vivencias observadas en aquella sociedad con tan arraigadas convicciones católicas como era su pueblo, pródigo en curas monjas,  hasta 21 sacerdotes éramos de Villarrín en aquella época, sin contar las monjas”. El trato muy familiar con su vecino un sacerdote que llegó a ser vicario en Astorga, afianzó más su decisión de ir a estudiar al seminario de Astorga, donde recibirá formación eclesiástica.
Josefina le pregunta si conoció a Pepe Ferreras (Santa Eulalia), hermano de Antonio que estuvo de sacerdote en Ponferrada. “Claro que le conocí, exclama! estuvieron  él  y su padre en mi casa de Villarrín, una vez por las fiestas del Cristo, siendo yo seminarista.”
Primeros contactos como sacerdote en Santa Eulalia de Tábara
Don Diego no precisa con exactitud la fecha, estima que pudo ser hacia el 17 de febrero de 1996, lo deduce porque el día 21 de ese mes enterró a Cecilio que vivía en Ponferrada.
Anteriormente había ejercido en  las parroquias de Bercianos y Santa María. Después es destinado a Faramontanos . El 1 de setiembre de aquel año era domingo y ofició su primera misa en el nuevo destino de Faramontanos, posteriormente le acompañó el consistorio del ayuntamiento a celebrar la eucaristía a Santa Eulalia.
Comenta con ironía y gracia, que cuando llegó a Santa Eulalia, el cura de este pueblo le dice llorando ¿Me vienes a quitar la parroquia? Indica que no, que ha sido nombrado por concurso a este pueblo y a Faramontanos. Le tranquiliza diciendo que tratará este tema con el obispado. Lo hizo y le nombraron provisionalmente  para Pozuelo en lugar de Santa Eulalia, parroquia a la que acudía todos los años a las fiestas sacramentales, a oficiar misa, confesiones, etc.
Cuando se fue el anterior sacerdote,  se hace cargo de Santa Eulalia,  Pozuelo y Faramontanos, fijando su residencia en este municipio.
Opinión sobre Santa Eulalia
¿Cómo era Santa Eulalia en aquella primera época? Es una pregunta directa, objetiva, formulada con la finalidad de que D. Diego  nos contara su experiencia. La respuesta fue muy clara: “con muchísima gente, religiosa, de arraigado espíritu cristiano. Muy unidas fraternalmente”. Concluye con cierta amargura “gente mayor dotadas de una facultad intelectual sorprendente, ¡cuántos genios se perdieron!”
Las nuevas generaciones
D. Diego opina sobre la actitud y mentalidad de la juventud en estos días “no son malos generalmente, sino apáticos e indiferentes sobre las prácticas religiosas”. Le preguntamos cuál es la causa. El problema es complejo, pero sostiene que la culpa no es de ellos, sino de nosotros los religiosos. No hemos sabido atraerlos, convencerlos. Describe una experiencia gráfica. Mientras él fue vicario de zona, formó equipos de seglares procedentes de Ferreruela, Sesández, Tábara , Faramontanos, Santa Eulalia, Pozuelo y Valverde de Vidriales. Relacionados con este tema y otros referentes a la liturgia, formación religiosa, etc. Funcionaron, pero cuando el dejó el cargo de vicario por motivos de salud, se disolvieron y no continuaron su labor, aunque posteriormente se crearon los CAP (Centros de Atención Pastoral), uno en Tábara, que a su juicio no respondía a lo que él pensaba.
Repercusión de la ausencia de curas en los pueblos
En este aspecto D. Diego tenía ideas muy claras y premonitorias. En su promoción fueron ordenados treinta sacerdotes, en las posteriores el número decreció de forma alarmante. Entonces ya forjó la idea de crear grupos de seglares que con una adecuada formación pudieran ir responsabilizándose de realizar algunas funciones religiosas como: impartir la comunión, rezos, novenarios. “Todo pueden realizar, menos consagrar” (decir misa), afirma con apasionamiento.
La enseñanza en grupos de formación iba en esta dirección. El obispo, cuando le visitó en cierta ocasión, sancionó favorablemente su magisterio referente al contenido de estas materias.
Precisamente, siguiendo las pautas anteriores, en el Plan pastoral de la diócesis de Astorga para 2017-2021 “Llamados a formar un nuevo pueblo”, en el punto tercero “Desarrollar comunidades vivas y evangelizadoras”, la línea de acción pastoral incide en “potenciar la responsabilidad de los laicos en la vida eclesial”.
Don Diego a pesar de que la inexorable jubilación le ha llegado a los 86 años, manifiesta su voluntad de seguir colaborando en las funciones religiosas, mientras su salud no lo impida. No abandona a sus feligreses. Sigue viviendo en la casa rectoral de Faramontanos, renunciando a ir a ninguna residencia. Hay que valorar y agradecer este ejemplo de “jubilación activa”.
Situación del templo a su llegada a Santa Eulalia
“Cuando me incorporé, el templo estaba en mal estado, faltaban vidrieras, pintar el edificio, acondicionar los altares, calefacción”.  Comenta con orgullo que gracias a la colaboración del pueblo todo eso se fue solucionando.
Enumera varios  de los muchos logros conseguidos: poner vidrieras, calefacción, tejado nuevo, iluminación, arreglo del altar mayor (donación de Ramón y María).
Con relación al funcionamiento en la iglesia de cofradías, fundaciones, foros, etc. Dice que nunca han existido en Santa Eulalia. Conoció fugazmente la Cofradía de Ánimas (Difuntos), pero despareció.
Sin embargo en Faramontanos sí funcionan algunas cofradías.
En este sentido hace una crítica en general por la falta de colaboración de las personas para llevar a cabo proyectos colectivos (asociaciones, cofradías, etc.) “A todo el mundo le parece bien, pero arrimar el hombro, no. Siempre trabajan los mismos, y curiosamente son gente mayor”.

 Consejos a los nuevos sacerdotes
A esta pregunta la responde con mucha convicción, con un elaborado discurso que define con rotundidad la biografía de un sacerdote muy comprometido con su misión.
El cura debe conocer al pueblo. “Nada se ama, sino se conoce”. El sacerdote está en el pueblo y con el pueblo. Abre su corazón a todos, sin distinción  (legado universal de la doctrina de la iglesia). Debe participar activamente en el sufrimiento y alegría de los fieles. Trabajar con ahínco en la incorporación de los seglares en las tareas de la iglesia.
Tiene que relacionarse con las instituciones municipales (ayuntamiento), solicitar su colaboración en temas referidos a la conservación del templo, celebración de eventos, etc.
Pone como ejemplo la participación del ayuntamiento de Faramontanos, al hacerse cargo de los gastos de luz, calefacción y limpieza del templo.
¿Cómo llegó a ganarse el cariño y admiración del pueblo de Santa Eulalia?
“No hay que hacer nada especial, contesta con claridad. Ser tú mismo, no aparentar lo que no eres. Si eres sacerdote tienes que comportarte como tal, ser congruente con tu trabajo y vivirlo desde la fe.”
Se le recuerda que su eficacia con todas las personas,  trato amable, cercano, es un modelo de comportamientos difícil de observar y que su conducta es especial y muy gratificante.
Resta importancia a estos halagos y  reflexiona que “a quien te llama hay que atenderle, estar dispuesto las 24 horas del día, no tener horarios ni prisas.”
Notamos emoción en sus palabras, añoranza, tristeza, cuando habla, afirmando que éste fue también otro de sus objetivos a conseguir cuando iba a ser ordenado sacerdote.
“En el seminario, nos enseñan mucha ciencia, muchos conocimientos, pero no, a desenvolvernos en nuestra vida real, esta práctica tan importante la aprendemos solos, día a día como podemos”.
Despedida
Aprovecha esta ocasión `para agradecer al pueblo de Santa Eulalia el cariño, colaboración,  amistad y generosidad que le han demostrado a lo largo de su estancia. “No tengo palabras, solo agradecimiento, me han dado mucho de ellos mismos”.
Finaliza esperanzado, que seguirá atendiendo en lo que pueda a este pueblo.
No es por tanto, un adiós o un hasta siempre, sino un SEGUIRÉ.
Desde la revista  LA FUENTE agradecemos con infinito cariño  la colaboración de Don Diego para la realización de esta entrevista. Hemos intentado dar a conocer rasgos de su vida, magisterio y buen hacer de este cura oriundo  de Villarrín de Campos que ha consagrado su vida a ser congruente y responsable con su labor sacerdotal.




Fotografía efectuada el día de su entrevista en Faramontanos de Tábara el 2/4/2018








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