DE
VILLARRÍN A BASTABALES
(Relato
poético)
Cuando FERNANDO me pidió, tiempo atrás, unas
letras inspiradas en los palomares, andaba yo muy lejos de esas “villas
soleadas” de las aves de mi tierra. A pesar de que eran parte del paisaje de mi
infancia, sin embargo el telón de fondo de los días en que tenía que escribir
el encargo era un espacio tan diáfano como la llanura castellana pero más
húmedo y concurrido: deambulaba por el paseo marítimo de La Coruña, un
servidor, cuando me vino la inspiración de los primeros versos de la “ ODA A
LOS PALOMARES” tan añorados a pesar de la distancia.
Pudiera
ser que el vuelo de las gaviotas diera aire también al despegue de los primeros versos para las aves de tierra
adentro.
Ahora,
otra vez FERNANDO, haciendo honor a su nombre de rey, con dotes de persuasión
más que de mando, viene a pedirme nuevo esfuerzo de juntar letras para eso que
junta ritmos y sonidos con un lenguaje y vuelo tan celeste y elevado como el de
las palomas.
Campana
Ave de las torres y espadañas,
alas de música,
de metal el habla.
A volar renuncia
En mi pecho canta.
A
vuelapluma escribo estos versos para iniciar mi digresión sobre las gargantas de bronce que desde “La
ciudad de cristal “( Coruña) en Galicia a
“la tacita de plata” (Cádiz) en Andalucía, no han dejado de cantar en
todos los registros y momentos de la vida de la España que goza y sufre al
compás de los sones que ellas marcan o al revés.
Por
proximidad geográfica a donde me encuentro, junto a la torre de Hércules, miro
a SANTIAGO DE COMPOSTELA, en el año del Señor de 997 cuando sufrió el saqueo de
la ciudad con la destrucción de su basílica y demás templos y monasterios, por
obra de las tropas de ALMANZOR que, a mayores, se llevaron cual simbólico
trofeo las CAMPANAS de la Catedral, a hombros de prisioneros cristianos, para
darles uso como lámparas en la mezquita de Córdoba.
Doscientos años y pico después, el gran
rey FERNANDO III, EL SANTO, se
encontraba en Benavente, recién terminada la Navidad. Allí recibe la noticia de
que la ciudad califal puede ser atacada con posibilidades de éxito. Así pues
reúne tropas de León, Zamora, Toro y su alfoz, la mencionada Benavente, y
Salamanca y se dirige a iniciar la campaña bélica definitiva con ayuda de más
tropas reclutadas por los pueblos y ciudades del camino.
Tras la victoria, doscientos y pico
años después, en 1.236, las campanas de Santiago vuelven a su lugar de origen, a hombros de prisioneros musulmanes.
(La Historia, como las
campanas, es una serie de ciclos de
ondas concéntricas, con sonido de
retorno.)
Seiscientos años más
tarde, nacía en la ciudad del Apóstol, ROSALIA DE CASTRO, madre del
Resurgimiento de la Poesía gallega y una de las autoras destacadas del
Romanticismo español.
También las campanas, como a sus ancestros, le sonaron a ella
cuando no hacía pìe en el mar de tantas penas que a menudo le inundaron .
A pocos kilómetros de su ciudad natal la escritora escuchaba
las campanas de BASTABALES
Campanas de Bastabales Campanas de Bastabales
cando
vos oio tocar
cuando os oigo tocar
mórrome
de soidades
me muero de soledades
I
Cando
vos oio tocar
Cuando os oigo tocar
campaniñas,
campaniñas campanitas, campanitas
sen
querer torno a chorar
sin querer vuelvo a llorar
Cando
de lonxe vos oio
Cuando de lejos os oigo
penso
que por min chamades
pienso que por mi llamáis
e
das entrañas me doio.
Y de las entrañas me duelo.
Yo soy menos afortunado que Rosalía,
tocante a campanas, y no oigo desde aquí las campanas de mi pueblo.
Campanas de Villarrín
Que cantáis con voz delgada
Tocad a fuego por mi
Que me arde la nostalgia.
Avisásteis que nací
al pueblo de la llanada
en mi bautizo. Y mi fin
habéis de darle cordada
Campanas de Villarrín.
Ángel Alonso Prieto.
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