domingo, 12 de noviembre de 2017

DE CAMPANAS Y OTROS RELATOS 04 (Ángel Alonso)

         DE VILLARRÍN A BASTABALES

           (Relato poético)


             Cuando FERNANDO me pidió, tiempo atrás, unas letras inspiradas en los palomares, andaba yo muy lejos de esas “villas soleadas” de las aves de mi tierra. A pesar de que eran parte del paisaje de mi infancia, sin embargo el telón de fondo de los días en que tenía que escribir el encargo era un espacio tan diáfano como la llanura castellana pero más húmedo y concurrido: deambulaba por el paseo marítimo de La Coruña, un servidor, cuando me vino la inspiración de los primeros versos de la “ ODA A LOS PALOMARES” tan añorados a pesar de la distancia.
Pudiera ser que el vuelo de las gaviotas diera aire también al despegue de  los primeros versos para las aves de tierra adentro.
           Ahora, otra vez FERNANDO, haciendo honor a su nombre de rey, con dotes de persuasión más que de mando, viene a pedirme nuevo esfuerzo de juntar letras para eso que junta ritmos y sonidos con un lenguaje y vuelo tan celeste y elevado como el de las palomas.
Campana

Ave de las torres y espadañas,
alas de música,
de metal el habla.
A volar renuncia
En mi pecho canta.

A vuelapluma escribo estos versos para iniciar mi digresión sobre las gargantas de bronce que desde “La ciudad de cristal “( Coruña) en Galicia a  “la tacita de plata” (Cádiz) en Andalucía, no han dejado de cantar en todos los registros y momentos de la vida de la España que goza y sufre al compás de los sones que ellas marcan o al revés.
Por proximidad geográfica a donde me encuentro, junto a la torre de Hércules, miro a SANTIAGO DE COMPOSTELA, en el año del Señor de 997 cuando sufrió el saqueo de la ciudad con la destrucción de su basílica y demás templos y monasterios, por obra de las tropas de ALMANZOR que, a mayores, se llevaron cual simbólico trofeo las CAMPANAS de la Catedral, a hombros de prisioneros cristianos, para darles uso como lámparas en la mezquita de Córdoba.
  Doscientos años y pico después, el gran rey  FERNANDO III, EL SANTO, se encontraba en Benavente, recién terminada la Navidad. Allí recibe la noticia de que la ciudad califal puede ser atacada con posibilidades de éxito. Así pues reúne tropas de León, Zamora, Toro y su alfoz, la mencionada Benavente, y Salamanca y se dirige a iniciar la campaña bélica definitiva con ayuda de más tropas reclutadas por los pueblos y ciudades del camino.
            Tras la victoria, doscientos y pico años después, en 1.236, las campanas de Santiago vuelven a su lugar de origen,  a hombros de prisioneros musulmanes.
            (La Historia, como las campanas,  es una serie de ciclos de ondas concéntricas, con sonido de retorno.)
  Seiscientos años más tarde, nacía en la ciudad del Apóstol, ROSALIA DE CASTRO, madre del Resurgimiento de la Poesía gallega y una de las autoras destacadas del Romanticismo español.
También las campanas, como a sus ancestros, le sonaron a ella cuando no hacía pìe en el mar de tantas penas que a menudo le inundaron .
A pocos kilómetros de su ciudad natal la escritora escuchaba las campanas de BASTABALES

Campanas de Bastabales                         Campanas de Bastabales
cando vos oio tocar                                   cuando os oigo tocar
mórrome de soidades                               me muero de soledades
                                        I
Cando vos oio tocar                                  Cuando os oigo tocar
campaniñas, campaniñas                        campanitas, campanitas
sen querer torno a chorar                       sin querer vuelvo a llorar

Cando de lonxe vos oio                             Cuando de lejos os oigo
penso que por min chamades                 pienso que por mi llamáis
e das entrañas me doio.                          Y de las entrañas me duelo.

            Yo soy menos afortunado que Rosalía, tocante a campanas, y no oigo desde aquí las campanas de mi pueblo.

                                       Campanas de Villarrín
                                       Que cantáis con voz delgada
                                      Tocad a fuego por mi
                                      Que me arde la nostalgia.

                                      Avisásteis que nací
                                      al pueblo de la llanada
                                      en mi bautizo. Y mi fin
                                     habéis de darle cordada
                                     Campanas de Villarrín.

Ángel Alonso Prieto.






                               

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