EXPOSICIÓN DE OFICIOS PERDIDOS Y APEROS DE
LABRANZA EN MINIATURA
El motivo de esta exposición, no es otro que recordar a los mayores
sus tiempos
pasados, los cuales,
se sienten
emocionados al ver aquello que hace tiempo
les proporcionó trabajo y comida y que por motivos del
progreso sus hijos no
conocen.
Hacerle ver a
estas nuevas
generaciones con que herramientas se trabajaba y lo
que con ellas se hacía, pues la vida de los pueblos
dependía de estos oficios: el carpintero, el herrero,
el labrador y el albañil.
Alrededor de estos oficios se desarrollaba
la vida rural; como
es lógico, había otros oficios y profesiones como bien eran las del panadero, zapatero, veterinario, farmacéutico,
médico, maestro, etc., todos ellos dependían del trabajo de estos cuatro artistas, sin ellos los demás
no tenían vida. El albañil
con su trabajo construía las casas, pero necesitaba cubrirlas, hacer las puertas y ventanas y
todos los demás enseres de la casa lo cual hacía el carpintero, el herrero las bisagras para las puertas, fallebas para las ventanas, picaportes, cerraduras, clavos, tornillos, etc. etc. y por último el
labrador que cultivaba las tierras y al cual le eran necesarias
las herramientas, las que hacían el herrero y el carpintero. Estos hombres eran
verdaderos artistas, tanto en el hierro como
en la madera,
siempre al servicio del labrador y de todos los vecinos. Si recorremos los pueblos, hoy todavía se contemplan verdaderas obras de arte en casas,
Iglesias,
cementerios y tantos
otros lugares y todo ellos en muchos casos
por unos cuantos reales
o un poco de pan .No podemos
olvidar la importancia de estos artistas y estos oficios
que hoy descansan en el monte
del olvido.
El autor. T Peña
EL ALBAÑIL
En todos los pueblos, había más de uno, no era necesario tener muchos conocimientos para la práctica de este oficio, pero sí que era necesario para la vida cotidiana de los
pueblos, juntamente con los oficios de carpintero, herrero y labrador, estos cuatro oficios constituían la base principal de una serie de servidos básicos en la vida rural, no se concebía la vida y oficio de unos sin los otros.
El albañil sólo trabajaba con una materia prima, que era el barro y a este se le agregaba paja
con el fin de que no se agrietara. Conocer el metro y tener buena cabeza para andar por las alturas eran las cualidades
principales a contar por estos hombres que
trabajaban de sol a sol, duchos en asentar adobes y hacer tapias. En estos pueblos todas las casas estaban construidas en barro
y tapial, por eso digo que no era
necesario saber mucho, un
refrán que siempre oí "lo que el albañil ignora y el médico hierra, todo lo tapa la tierra", pero no
así eran todos que trabajaban en las ciudades, manejando otros elementos.
El albañil de pueblo ya no
existe, el barro se sustituye
por otros materiales, por ello este oficia queda en el recuerdo y
también en el olvido.
FRAGUA O HERRERÍA
Es el taller donde se hacían, se fabricaban y se reparaban toda clase de aperos para la agricultura y para las viviendas de los agricultores, entre ellos cerraduras, llaves, cerrojos, aldabas gitanas, fallebas para las ventanas, clavos, tornillos. Para el hogar, trébedes„ badil, cogedores, badilas para el brasero y tenazas para la lumbre, cuchillos para la matanza, tenedores
para picar los chorizos, hachas para cortar la leña, y un sinfín de cosas en las que se desenvolvía la vida de las
gentes.
El oficio de
herrero fue de vital importancia en otros tiempos; no se concebía un pueblo sin una fragua y un buen herrero. Donde había más de uno existía un picadillo para demostrar quien hacía mejor las cosas, sin mirar el tiempo.
Las reparaciones nos se cobraban en dinero
sino en especies, generalmente trigo y éste en el mes de septiembre cuando ya se había hecho la recolección.
El labrador siempre encontraba una disculpa
para ir a la fragua:
para que le hiciera el herrero un esperniau, una separa la cadena del burro o un simple clavo.
Y, a la vez, se reunía con otros labradores para hablar de todo lo concerniente a su oficio: tierras, ganado,
correrías por ferias y mercados y alguna que otra aventura de la juventud.
A todos se les echaba una mano si hacía falta. Eran tiempos de ayudarse y compartir.
Existía también la "cerrajería
artística": verdaderas obras de arte en balcones y ventanas, puertas de
iglesias y conventos, cercas de fincas de casas señoriales, lámparas de techo etc.
En algunos lugares también herraban el
ganado.
A pesar de ser un oficio tan importante, hoy
está en la lista de los olvidados y desaparecidos. Es verdad
que existen talleres de forja, pero ya son mezcla de
soldaduras y estampados. Los motivos
de la desaparición son bien
sabidos.
Quede constancia
con esta exposición de que amamos lo que hicieron e hicimos y solo pedimos una cosa: que nuca se olvide.
"Somos lo
que otros fueron y enseñaron. Hagamos algo para que de nosotros se guarde memoria".
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