lunes, 12 de agosto de 2013

VILLARRÍN: QUINTOS 70.60.65(10/08/13)


AMIGAS Y AMIGOS:
“El tiempo no borra los nombres esculpidos en la piedra, y la piedra es el solar que hoy pisamos y mañana otros se guiarán por nuestras huellas.”
Afortunadamente la llamada del pasado es más poderosa que los sonidos del olvido, y nos ha convocado aquí, en el templo de todos bajo la comprensiva mirada de nuestro Cristo para reunir las generaciones (que evocando tiempos de antaño, llamamos quintos) de los sesenta, sesenta y cinco y setenta años.
Felices somos por   llegar cargados de vivencias,  con recuerdos  que son como amigos comunes que saben hacer reconciliaciones con  la infancia juguetona discurriendo por las calles de Villarrín, escribiendo en el aire deseos  que hoy vuelven a encontrase en el paisaje risueño de esta mañana; con nuestros amigos, algunos ya desaparecidos y otros que surgen de las sombras del pasado para vestirse con la luz de una amistad renovada; con nosotros para alejar el temor de lo que la vida nos tenga reservado.
No estamos en esta asamblea de la alegría para teñir nuestra alma con la nostalgia del pasado y caer en la desesperanza del fatalismo. Debemos hacer realidad aquellas palabras de García Márquez “recordar es fácil para el que tiene memoria, olvidarse es difícil para el que tiene corazón “. Nos sobran sentimientos llenos de amor y dulzura, tejido en la rueda de la vida, manteniendo siempre un lugar de honor para nuestras raíces, para nosotros, habitantes de un pueblo singular que conserva la amistad como el más sagrado de los tesoros, como un patrimonio indestructible.
Es casualidad que nos hayamos reunido para celebrar nuestra fiesta el día de San Lorenzo, aprovecho esta circunstancia para solicitar del santo una de las virtudes de su nombre: Lorenzo (palabra latina que significa “laureado” (derivado de laurel), esta humilde hoja -siempre verde- que ceñían los romanos, en forma de corona en las sienes de los victoriosos, yo la reclamo para nosotros, como tributo a lo que hemos hecho y lo que aún nos queda por hacer.
 Llegamos a este solar de los encuentros para observar, aprender, compartir, crecer, renovar vínculos de lealtad y volver a la rutina de nuestros deberes con este bagaje maravilloso para que lo podamos consultar en la enciclopedia del tiempo.
Finalizo con unas palabras del Dalai Lama: “Sólo existen dos días en el año que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana, por lo tanto, hoy es ideal para vivir.” Disfrutemos de esta jornada.  Seamos felices, lo merecemos.
Texto leído en la misa (10/08/013) por Tránsito Alonso

Escrito: Francisco Trancón






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