AMIGAS Y AMIGOS:
“El tiempo no borra los nombres esculpidos en la piedra, y la
piedra es el solar que hoy pisamos y mañana otros se guiarán por nuestras
huellas.”
Afortunadamente la llamada del pasado es más poderosa que los
sonidos del olvido, y nos ha convocado aquí, en el templo de todos bajo la
comprensiva mirada de nuestro Cristo para reunir las generaciones (que evocando
tiempos de antaño, llamamos quintos) de los sesenta, sesenta y cinco y setenta
años.
Felices somos por llegar cargados de vivencias, con recuerdos que son como amigos comunes que saben hacer
reconciliaciones con la infancia
juguetona discurriendo por las calles de Villarrín, escribiendo en el aire
deseos que hoy vuelven a encontrase en
el paisaje risueño de esta mañana; con nuestros amigos, algunos ya
desaparecidos y otros que surgen de las sombras del pasado para vestirse con la
luz de una amistad renovada; con nosotros para alejar el temor de lo que la
vida nos tenga reservado.
No estamos en esta asamblea de la alegría para teñir nuestra
alma con la nostalgia del pasado y caer en la desesperanza del fatalismo.
Debemos hacer realidad aquellas palabras de García Márquez “recordar es fácil
para el que tiene memoria, olvidarse es difícil para el que tiene corazón “.
Nos sobran sentimientos llenos de amor y dulzura, tejido en la rueda de la
vida, manteniendo siempre un lugar de honor para nuestras raíces, para nosotros,
habitantes de un pueblo singular que conserva la amistad como el más sagrado de
los tesoros, como un patrimonio indestructible.
Es casualidad que nos hayamos reunido para celebrar nuestra
fiesta el día de San Lorenzo, aprovecho esta circunstancia para solicitar del
santo una de las virtudes de su nombre: Lorenzo (palabra latina que significa
“laureado” (derivado de laurel), esta humilde hoja -siempre verde- que ceñían
los romanos, en forma de corona en las sienes de los victoriosos, yo la reclamo
para nosotros, como tributo a lo que hemos hecho y lo que aún nos queda por
hacer.
Llegamos a este solar
de los encuentros para observar, aprender, compartir, crecer, renovar vínculos
de lealtad y volver a la rutina de nuestros deberes con este bagaje maravilloso
para que lo podamos consultar en la enciclopedia del tiempo.
Finalizo con unas palabras del Dalai Lama: “Sólo existen dos
días en el año que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana, por
lo tanto, hoy es ideal para vivir.” Disfrutemos de esta jornada. Seamos felices, lo merecemos.
Texto leído
en la misa (10/08/013) por Tránsito Alonso
Escrito:
Francisco Trancón
SE HA INCORPORADO ESTE ÚLTIMO VÍDEO DE FOTOGRAFÍAS
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