Sorprendidas en un instante perfecto del tiempo, escolares de
ayer alargan sus miradas hacia un espacio indeterminado definido por sueños no
acabados.
Unas junto a otras, en fraternal grupo, se protegen del
olvido y, en su voz sin palabras, se adivina un gesto lleno de misterio y de
sorpresa.
La máquina de hacer dibujos prodigiosos ha detenido el
movimiento maravilloso del aula infantil abierta y sólo contenida por la frágil
superficie de un papel, prisión de tonos grises y oscuros; tal vez ha sido un acierto:
engañar al tiempo y desafiar la vida, conservando aún intacto el
recuerdo solidario de niñas junto a su maestra.
F.Trancón
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