domingo, 8 de septiembre de 2013

BIOGRAFÍA DE MARCELINO BUENO DE DIEGO (natural de Villarrín)





Por: José Luis Armendáriz Gómez
 (sobrino del Marcelino)




   
Marcelino Teodoro Bueno de Diego, insigne poeta zamorano, nació en Villarrín de Campos, pueblo de la provincia de Zamora, perteneciente a la comarca natural denominada Tierra de Campos, comarca extendida por las provincias de León, Palencia, Zamora y Valladolid.

Salvo apenas media docena de pueblos, villas o ciudades de relativa importancia demográfica como: Sahagún, en León; Palencia y Carrión de los Condes en Palencia; Villalpando, en Zamora y Villalón de Campos y Medina de Rioseco en Valladolid, el resto de municipios terracampinos tienen entre 100 y 400 habitantes.

La Tierra de Campos tiene una topografía suavemente ondulada, en donde se alternan grandes llanuras con bajos oteros, algunos de ellos coronados por castillos.

Su clima es el típico continental: de primaveras y otoños frescos y húmedos; veranos cortos y secos e inviernos bastante largos y fríos.

Su economía se basa en la agricultura y en la ganadería. En cuanto a la primera destaca la producción de leguminosas y desde siglos la producción de cereales, tales como: trigo, centeno, cebada y avena; considerada como una de la principales áreas cerealistas, se le da en nombre de "el granero de España". En cuanto a la ganadería hay que destacar sus grandes cabañas de ganado ovino.

En cuanto al acervo arquitectónico de esta comarca es innumerable, pues innumerables son sus castillos, torres, recintos amurallados, catedrales, iglesias, ermitas, monasterios, conventos y conjuntos arquitectónicos e históricos de todo tipo.

No es este el motivo de este trabajo, pero si me gustaría dar cabida dentro de apartado arquitectónico a un tipo de estructura típica de la zona. Los llamados palomares y que como su nombre bien indica son unas construcciones dedicadas a la cría de pichones y palomas; cría que tenía el aprovechamiento de los primeros para la mesa y los excrementos de ambos o "palomina" para abono- De planta circular, rectangular o cuadrada y realizados normalmente con adobe o tapial, componen una de las estructuras populares más características de la Tierra de Campos.

Volviendo a nuestro personajes nació éste, el 10 de mayo de 1901. en el seno de una familia numerosa compuesta: por su padre, Matías Bueno Ferreras (Villarrín, 23.2.1871 – Villarrín, 31.7.1911); su madre, Eufrasia de Diego Calvo (Villarrín, 18.6.1877 - Zamora, 14.8.1961) y sus hermanos y hermanas: Eulogio, Indalecio, Matías, Quirina, María, María de la Soledad y María del Tránsito.

Fue bautizado, el día 12 del mismo mes y año, en la parroquia de Santa María de la Asunción, iglesia de corte renacentista cuye torre preside el pueblo y en cuyo interior se encuentra el Cristo de los Afligidos.

Fueron sus abuelos paternos: Manuel Bueno de la Torre y María Ferreras Martín; naturales ambos de Villarrín de Campos. Los maternos: Eulogio de Diego Pereira y Teresa Calvo Marqués; naturales de Villarrín de Campos y de Valdelaloba (León) respectivamente.
  Cuando murió D. Matías Bueno, que a la sazón era el maestro de Villarrín. al que vemos en una fotografía[1] de época, rodeado de todos sus alumnos, quedó su viuda al frente de la numerosa prole que, con su exigua pensión, nos imaginamos que poco podía hacer.
Según diversas fuentes familiares parece ser fue enviado a estudiar a un internado religioso de la provincia de Badajoz, posiblemente en Don Benito, pero hasta la fecha no se ha podido encontrar rastro de su estancia en colegio o seminario alguno de la zona.

“Terminados sus estudios”, este embrión de poeta que era D. Marcelino, en parte por aliviar la carga familiar y en parte debido a su carácter aventurero se embarcó para Cuba Extremadamente celoso de su vida particular, poco se sabe de su vida en aquel país Allí pasó parte de su juventud y allí descubrió su afición por la poesía leyendo a los románticos españoles y a algún que otro poeta isleño.

De hecho, estos breves datos, así como el de su alistamiento como voluntario en la Legión; están tomados de un artículo titulado: “Y Zamora fue leal”, publicado en el diario Imperio el 17.5.1961

Efectivamente, el 15 de septiembre de 1921 el Cónsul General de España en la Habana le concede “permiso” para que pueda entrar de vuelta en nuestro país e ingresar en el Banderín de enganche más próximo. Y así, el 7 de octubre de 1921, a la edad e 20 años, firma su “Compromiso de enganche y filiación” para servir como voluntario en Ceuta en el Tercio de Extranjeros de Africa.

Como dato curioso aporto al presente trabajo portada del expediente personal del legionario D. Marcelino Bueno de Diego conservado en el Archivo intermedio Militar de Ceuta.

No le dura mucho al ilustre zamorano su aventura africana. Su madre, como gallina clueca con sus futuros polluelos y temiendo por su vida, dados los convulsos tiempos que corrían por todo el “Protectorado español”, le reclama por ser menor de edad[2] en noviembre de 1921.
 Terminado su periodo aventurero y legionario, tiene Marcelino que cumplir con la patria. Es llamado a filas y de acuerdo con lo que el ejército acostumbraba en la época y podemos leer en la hoja de reclutamiento: “queda filiado en virtud de la presente, para servir en clase de soldado por el tiempo diez y ocho años, que empezarán a contarse desde el día que ingrese en caja, en las diferentes situaciones que determina la ley de reclutamiento.” Ingresa en caja el 1 de agosto de 1922. En la revista de mayo de 1923, pero con fecha 1 de febrero, se le destina como soldado a la 7ª Comandancia de Tropas de Sanidad Militar quedando en situación de licencia ilimitada.
 Como el mismo dice, desde su vuelta a España y salvo una corta estancia en Madrid en el año 1922, pasó toda su vida en Zamora[3], trabajando cómo pasante u oficial de notaría en diversas notarías[4] y alternando su profesión con la actividad poética.
Autor de numerosas poesías; fue un asiduo colaborador de los periódicos de la época, entre los que habría que destacar: Imperio y Heraldo de Zamora.
Participa en la vida cultural de Zamora siendo miembro activo de los grupos poéticos y literarios existentes en la ciudad, así como de foros y tertulias literarias como: “Armonías del Duero”, “El yantar de los poetas” o “Mentiviaco”, cuya fundación, componentes y andadura de esta última relata en el precioso y simpático poema titulado Semblanza de Mentiviaco.

Este, es como sigue:

Semblanza de Mentiviaco

Si eres músico, poeta
o afición sientes al arte,
entrarás en Valderrey
los miércoles por la tarde.
Pasa de largo la “barra”
no te detengas con nadie,
y ve de prisa, o… despacio
al segundo restaurante
No te sorprenda al entrar
que banquete no te aguarde.
Están las mesas desnudas
para mudarse de traje.

Siéntate donde pudieres,
si es que prefieres sentarte,
pide cerveza, café
o cualquier otro brebaje,
que a Luis, el barman de aquí,
esto, seguro, le place.

Estamos en Mentiviaco
no lo tomes a donaire,
yo doy fe de su existencia.
Mentiviaco es esta tarde
que hemos recogido aquí,
trayéndola de la calle
transida de frío y pena,
porque ya no sueña nadie.

Somos en él los poetas
que hacemos versos al aire,
a las flores, a la luna
y a los dorados trigales.
Desgranamos ilusiones
como otros tantos collares
de finas perlas, que vamos
esparciendo por millares,
cual generosos Mecenas
que sus tesoros reparten.

Por ahí anda Cifuentes
cuyo primero es González,
que pongo en segundo término
para que en la rima encaje.
Es poeta y de los buenos
y esto no lo digo en balde,
que lo cantan de contino
sus sonetos y romances.
Cerca está Pepe Ravassa
que recita como un ángel

Allí Benito García
perdón que sin “Don” le llame,
virtuoso sacerdote
al par que inspirado vate.
Veo a Carmelo de Dios
artífice del romance.
Trae de la mano al Duero,
sujeto con un brillante.
Es un reflejo de luna
que recogió en los Pelambres.
Rumboso, Emilio Rodrigo
con estilo de magnate,
va repartiendo humorismo
como él solamente sabe.
Porfirio Nafría, La Rua,
Tomás Ramos, Aranzadi.
Otros muchos no cito
y pido que no se me enfaden.
Entre las del bello sexo,
a Esther Menéndez no calle,
virtuosa del piano,
en él con gracia al sentarse,
sus manos son melodías
en el teclado al posarse.
…………………………….
Si eres músico, poeta
o afición tienes al arte,
volverás a Valderrey
los miércoles por la tarde.
Ven de capa o con abrigo,
con chambergo o como cuadre,
pero trae una ilusión
que aquí dentro se desgrane,
y unida que sea a las nuestras,
a Mentiviaco le canten.

Comentábamos con anterioridad que se apreciaba en Marcelino Bueno un cierto carácter aventurero  (lo que siempre se asimila a extrovertido); pero, por el contrario era muy parco en sus manifestaciones personales a las que unía una gran corrección y mesura. Estas, que no debemos confundir con timidez, no le impedían reflejar en muchas de sus poesías y trabajos una gran delicadeza y un humor fino, sutil, apenas entrevisto que hace de la lectura de éstas una auténtica delicia.

Como botón de muestra reflejamos dos de ellas: Quiniela de futbol y 25.112 (dedicada al número con que le tocó la lotería) Ambas son un pequeño homenaje a dos de las únicas veleidades mundanas que D. Marcelino se permitía.

Quiniela de futbol

     Soneto de catorce resultados,
si en ti hallare el preciso consonante,
llegando a ser un máximo acertante,
saliera del montón de los forzados.
     Allí un UNO; éste un DOS, aquí empatados,
X también los dos que van delante;
el DOS repito y no me hará desplante
si dos UNOS pusiera continuados.
     Seis de Segunda División me faltan;
difícil el pronóstico, por cierto;
UNO marco, DOS sigue; éstos empatan,
y con tres UNOS más, seguro, acierto.
Al buzón vas, boleto, donde cantan
pájaros de ilusión tu sino incierto.

25.112

   Si con un dos empieza,
   le sigue un cinco,
   en medio tiene un uno,
   termina en doce
   y si los sumas todos
   obtienes once.
   Cábala así formada
   con un guarismo,
   tonta y simple nonada
   de logaritmo.
Número veinticinco mil ciento doce
fue el que la suerte quiso que yo eligiera;
y al azar al premiarlo, dándome goce,
doscientas mil pesetas me concediera.

La obra de Marcelino Bueno se asienta sobre tres puntales o, mejor dicho, forma los vértices de un triángulo equilátero en cuyo centro se encuentra la exquisita sensibilidad del poeta. A saber: La poesía religiosa, la naturaleza y la familia.

De esos tres temas, da profusas muestras de esa sensibilidad antes aludida, en poesías como: En la procesión de Jesús yacente, Otoño zamorano y Tráeme flores, respectivamente y de estas tres, y por no hacer demasiado extenso este trabajo reflejamos sólo la última:

Tráeme flores

Tráeme flores a mi Estudio,
flores que llenen la estancia,
para que aromen mis versos
y nazcan con sus fragancias.
Córtalas en los jardines
que con ellas se engalanan,
lilas, claveles, y rosas,
nardos, jazmines y dalias.

Ponlas en búcaros finos
de cristal, con filigranas,
de esos de talle delgado
como cintura de dama
y en los panzudos jarrones
de loza y de porcelana
que tenían los abuelos
en la solariega casa.

Trae, esposa, muchas flores,
-- Primavera las regala. --
Haz nuestro hogar un vergel
y una vez que las esparzas
por los muebles y repisas
de la mejor de las salas,
donde trabajo y medito,
la que con afán y gracia
preparaste para mí,
donde hallo reposo y calma,
ven y trae a nuestros hijos
que, así, entre la flores gayas,
podré decir que de ellas
eres tú la más lozana
flor, mostrando tres capullos
que entre su tallo se engarzan.

Y aunque se gasten los días
y las flores de la estancia
se marchiten y deshojen
y ya no tengan fragancia,
no importa, serán las flores
que nos perfumen el alma:
de nuestros hijos, la dicha
de nuestro amor, la constancia.

Tuvo entre otros reconocimientos el Premio de la Beneficencia[5] por su poesía La Beneficencia, amparo de la infancia, así como el Ajo de Plata por su poesía Feria de los Ajos, en Zamora, que transcribimos seguidamente:

Feria de los ajos, en Zamora

Mañana es San Pedro,
fiesta, no hay trabajo,
Zamora celebra
la fiesta del ajo.
Ya vienen los carros
por las carreteras
cargados de ajos
hasta las teleras
Vienen desde Bamba
y de Moraleja,
desde Madridanos
y desde Peleas,
también de Pontejos,
de Jambrina y Gema,
como de Cazurra
y ambas Cacasecas.
Se oye a su llegada
el chirriar de ruedas;
cruzando las calles,
a la plaza llegan.
Montones de ajos
por doquier se encuentran,
su olor excitante
casi te marea.
Ajos, los mejores
estos de mi tierra,
dice y te repite
la voz pregonera.
Cómpreme usted ajos,
lleve los que quiera
buenos y baratos,
como nunca viera.
Puede que mañana,
aunque usted los quiera,
ya no los encuentre
de aquesta manera.
Así en esta tarde
se incita la feria;
éste los ofrece
aquel regatea.
Ya viene la noche,
la grey forastera
se envuelve en la manta
y a dormir se acuesta.
Por la calle pasa
gentil cocinera
que ya compró ajos
y a casa los lleva.
Y tras de la noche
la mañana llega
oliente de ajos.
En la plazoleta
despiertan las gentes
y las mantas pliegan
y sus desayunos
a yantar se aprestan.
Chorizos y magros,
tortilla casera,
y pan bien cocido
sacan de sus cestas
y de no sé donde
sacarla pudieran,
la bota de vino
oronda y bien prieta.
Mientras comen, charlan
y chigorotean
y entre trago y trago
porfían y apuestan
quién será el primero
que sus ajos venda.
Levántate pronto:
Doña Baldomera
dice a su criada.
A las siete y media
te vas a oír Misa
y de allí, ligera
a comprar los ajos
¡y los regateas!
vente pronto a casa,
no te me entretengas,
mira que hoy es día
de hacer muchas jeras,
pues viene mi madre
con dos forasteras.
La señora Tránsito
y Doña Candelas,
pimpantes y limpias,
van hacia la feria,
y de paso, llaman
a Doña Manuela,
la del entresuelo,
que guapa y compuesta,
sale de su casa
del brazo la cesta.
Muy pronto la plaza
de gente se llena,
hay chicos y grandes,
jóvenes y viejas;
todos compran ajos,
todos se los llevan,
unos en capachos,
otros en las cestas,
muchos a los hombros
las ristras se echan,
los más, de los brazos
colgadas las llevan,
y hasta un señor grave
de blanca pechera
de limpio zapato
y corbata negra,
que en tiempos pasados
debió usar chistera,
como una guirnalda
una ristra lleva,
que por su tamaño
y por sus cabezas,
lo menos tres duros
costarle pudiera.
Así la mañana
calina y ajera
se va deslizando
jovial, vocinglera.
En la plaza, apenas
ajos ya no quedan,
andan por la calle
metidos en cestas,
y otros muchos ya,
en las galerías,
en las azoteas
y en los ventanales
colgados, se secan.
Y los vendedores
Su caudal recuentan,
entre los bolsillos
y las faltriqueras.
Sonríen las bocas
con risa de fiesta
se frotan de gusto
las manos labriegas.
Hay que ir a los toros,
dice Juan a Cleta,
voy por dos entradas
de sombra, que aprieta
el sol, y no es cosa
de que la sesera
se nos achicharre
por unas pesetas,
que ya este verano,
primero segando,
después en la era,
habrá sol abondo
pa él y pa ella.
De paso, traeré
un bieldo, unas cuerdas,
un par de cornales
y dos tornaderas.
Tu compra un botijo
que haga el agua fresca,
de los de Moveros
o de Pereruela.
Al muchacho, dile
que venda cual pueda
los ajos que queda,
y que la ganancia
se quede con ella,
que bien listo ha sido
pa sacar las perras.

Así pasó el día
de toros y fiesta,
así ha terminado
del ajo la feria.
Ya los aldeanos
al pueblo regresan,
los carros vacíos
y las bolsas llenas.
Y el señor Luciano,
que va hacia Peleas,
piensa muy ufano,
echando estas cuentas:
Con lo de los ajos,
la semana buena
y arrimando un poco,
bien comprar pudiera
la tierra de Prisco,
la de la Ladera,
que hace de cabida
sobre ochava y media,
suele dar buen trigo
y es muy garbancera.
Y aunque tengo oído
que está abintestato
eso de la herencia,
lo del papeleo
y lo de la Hacienda,
el señor Notario
pronto nos lo arregla.

En la fotografía que insertamos a continuación se ve a D. Marcelino Bueno con su mujer Dª Modesta Gómez Sangrador; con la que se casó en la Iglesia Arciprestal de San Pedro y San Ildefonso de Zamora, el 24 de marzo de 1941[6], y con la que tuvo cuatro hijos.

Modesta Gómez Sangrador, nació en Chinchón (Madrid) el 15 de septiembre de 1914. Era hija de Petra Sangrador Segovia y de José Gómez Sánchez. Fueron sus abuelos paternos: Vicente Gómez Hernández[7] y Carmen Sánchez Mesas. Los maternos: Abdón Sangrador López y Felicidad Segovia Rocaberti[8].

En dicha foto aparecen también: su cuñada, Dª Cristina Gómez Sangrador; el marido de ésta, D. Ramiro Armendáriz Martínez; su suegra, Dª Petra Sangrador Segovia y dos amigos.

Murió, Marcelino Bueno, en Zamora, el 29 de diciembre de 1977

 

ÍNDICE DE POESÍAS


“Llegó junio con sus soles…”
25.112
A Jesús, camino del Calvario
A las manos de la enfermera                                    
A mi hija Cristina en el día de su Primera Comunión
A mi hijo Nino en el día de su Primera Comunión
A mi nieta Virginia
A una señorita en la mañana de Jueves Santo
Al retorno de la ciudad de Toro
Amanecer (contenida en Fantasía lírica)
Dolor….- Imperio 20.8.1953
El vagabundo.- Imperio 27.5.1953
En la procesión de Jesús Yacente
Evocación del invierno
Fantasía lírica
Feria de los ajos, en Zamora
Fortaleza y virtud
La letra de cambio.- Imperio 2.5.1952
La noche (contenida en Fantasía lírica)
La tarde (contenida en Fantasía lírica)
Madre…
Meditación
Ofrenda
Otoño zamorano.- Imperio 20.9.1963
Para los dos enamorados
Poema a la Santísima Virgen
Poema de los Reyes Magos
Poema del hígado enfermo
Primavera
Primavera y poesía
Procesión del Domingo de Resurrección en Zamora
Quiniela de fútbol.- Imperio 18.10.1953
Rimas
Romance
Romance a la muralla
Semblanza de Mentiviaco
Sinfonía de otoño.- Imperio 21.9.1952
Tarde de toros
Tráeme flores
Un clavel
Un clavel (variante)


Yo quiero hacer un verso…
ÍNDICE DE ARTÍCULOS
 
Y Zamora fue leal.- Imperio 19.7.1961

CATÁLOGO DE FOTOS

Excepto la fotografía cedida por Fernando Miñambres (1.a), el resto pertenecen al autor de este artículo.
Las fotografías de Marcelino datan de 1921.






En la fotografía que insertamos a continuación se ve a D. Marcelino Bueno con su mujer Dª Modesta Gómez Sangrador; con la que se casó en la Iglesia Arciprestal de San Pedro y San Ildefonso de Zamora, el 24 de marzo de 1941[1], y con la que tuvo cuatro hijos.

Modesta Gómez Sangrador, nació en Chinchón (Madrid) el 15 de septiembre de 1914. Era hija de Petra Sangrador Segovia y de José Gómez Sánchez. Fueron sus abuelos paternos: Vicente Gómez Hernández[2] y Carmen Sánchez Mesas. Los maternos: Abdón Sangrador López y Felicidad Segovia Rocaberti[3].

En dicha foto aparecen también: su cuñada, Dª Cristina Gómez Sangrador; el marido de ésta, D. Ramiro Armendáriz Martínez; su suegra, Dª Petra Sangrador Segovia y dos amigos.


[1] La petición de mano se hizo en marzo de 1941 (Imperio 5.3.1941)
[2] Vicente Gómez Hernández (Belmonte, 1845 – Agaña (Isla de Guam, 1893).- Gobernador Político-Militar de las Islas Marianas.
[3][3] Hermana del malogrado político, periodista, escritor y poeta Enrique Segovia Rocaberti (Chinchón, 1853 – Pinto, 1890)





  
 Otras citas

[1.a)] Foto cedida por D. Fernando Miñambres, quien a su vez la obtuvo de Dº Natividad Leirás Bueno, sobrina del poeta.
[2].Ver La Correspondencia de España del 29 de noviembre de 1921
[3] Ver diario Imperio del 17.5.1953
[4] En realidad siempre la misma, pero con distintos titulares al frente de ella.
[5] Ver diario Imperio del 3.9.1955
[6] La petición de mano se hizo en marzo de 1941 (Imperio 5.3.1941)
[7] Vicente Gómez Hernández (Belmonte, 1845 – Agaña (Isla de Guam, 1893).- Gobernador Político-Militar de las Islas Marianas.
[8][8] Hermana del malogrado político, periodista, escritor y poeta Enrique Segovia Rocaberti (Chinchón, 1853 – Pinto, 1890)














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