Por: José
Luis Armendáriz Gómez
(sobrino del Marcelino)
Marcelino
Teodoro Bueno de Diego, insigne poeta zamorano, nació en Villarrín de Campos,
pueblo de la provincia de Zamora, perteneciente a la comarca natural denominada
Tierra de Campos, comarca extendida por las provincias de León, Palencia,
Zamora y Valladolid.
Salvo
apenas media docena de pueblos, villas o ciudades de relativa importancia
demográfica como: Sahagún, en León; Palencia y Carrión de los Condes en
Palencia; Villalpando, en Zamora y Villalón de Campos y Medina de Rioseco en Valladolid,
el resto de municipios terracampinos tienen entre 100 y 400 habitantes.
La
Tierra de Campos tiene una topografía suavemente ondulada, en donde se alternan
grandes llanuras con bajos oteros, algunos de ellos coronados por castillos.
Su clima es el típico continental: de
primaveras y otoños frescos y húmedos; veranos cortos y secos e inviernos
bastante largos y fríos.
Su economía se basa en la agricultura y en la
ganadería. En cuanto a la primera destaca la producción de leguminosas y desde
siglos la producción de cereales, tales como: trigo, centeno, cebada y avena;
considerada como una de la principales áreas cerealistas, se le da en nombre de
"el granero de España". En
cuanto a la ganadería hay que destacar sus grandes cabañas de ganado ovino.
En cuanto al acervo arquitectónico de esta
comarca es innumerable, pues innumerables son sus castillos, torres, recintos
amurallados, catedrales, iglesias, ermitas, monasterios, conventos y conjuntos
arquitectónicos e históricos de todo tipo.
No es este el motivo de este trabajo, pero si
me gustaría dar cabida dentro de apartado arquitectónico a un tipo de estructura
típica de la zona. Los llamados palomares y que como su nombre bien indica son
unas construcciones dedicadas a la cría de pichones y palomas; cría que tenía
el aprovechamiento de los primeros para la mesa y los excrementos de ambos o
"palomina" para abono- De planta circular, rectangular o cuadrada y
realizados normalmente con adobe o tapial, componen una de las estructuras
populares más características de la Tierra de Campos.
Volviendo
a nuestro personajes nació éste, el 10 de mayo de 1901. en el seno de una
familia numerosa compuesta: por su padre, Matías Bueno Ferreras (Villarrín, 23.2.1871
– Villarrín, 31.7.1911); su madre, Eufrasia de Diego Calvo (Villarrín, 18.6.1877
- Zamora, 14.8.1961) y sus hermanos y hermanas: Eulogio, Indalecio, Matías, Quirina,
María, María de la Soledad y María del Tránsito.
Fue
bautizado, el día 12 del mismo mes y año, en la parroquia de Santa María de la
Asunción, iglesia de corte renacentista cuye torre preside el pueblo y en cuyo
interior se encuentra el Cristo de los Afligidos.
Fueron
sus abuelos paternos: Manuel Bueno de la Torre y María Ferreras Martín;
naturales ambos de Villarrín de Campos. Los maternos: Eulogio de Diego Pereira
y Teresa Calvo Marqués; naturales de Villarrín de Campos y de Valdelaloba (León)
respectivamente.
Cuando
murió D. Matías Bueno, que a la sazón era el maestro de Villarrín. al que vemos
en una fotografía[1]
de época, rodeado de todos sus alumnos, quedó su viuda al frente de la numerosa
prole que, con su exigua pensión, nos imaginamos que poco podía hacer.
Según
diversas fuentes familiares parece ser fue enviado a estudiar a un internado
religioso de la provincia de Badajoz, posiblemente en Don Benito, pero hasta la
fecha no se ha podido encontrar rastro de su estancia en colegio o seminario
alguno de la zona.
“Terminados sus estudios”, este embrión
de poeta que era D. Marcelino, en parte por aliviar la carga familiar y en
parte debido a su carácter aventurero se embarcó para Cuba Extremadamente
celoso de su vida particular, poco se sabe de su vida en aquel país Allí pasó
parte de su juventud y allí descubrió su afición por la poesía leyendo a los
románticos españoles y a algún que otro poeta isleño.
De
hecho, estos breves datos, así como el de su alistamiento como voluntario en la
Legión; están tomados de un artículo titulado: “Y Zamora fue leal”, publicado en el diario Imperio el 17.5.1961
Efectivamente,
el 15 de septiembre de 1921 el Cónsul General de España en la Habana le concede
“permiso” para que pueda entrar de vuelta en nuestro país e ingresar en el
Banderín de enganche más próximo. Y así, el 7 de octubre de 1921, a la edad e
20 años, firma su “Compromiso de enganche y filiación” para servir como
voluntario en Ceuta en el Tercio de Extranjeros de Africa.
Como
dato curioso aporto al presente trabajo portada del expediente personal del
legionario D. Marcelino Bueno de Diego conservado en el Archivo intermedio
Militar de Ceuta.
No
le dura mucho al ilustre zamorano su aventura africana. Su madre, como gallina
clueca con sus futuros polluelos y temiendo por su vida, dados los convulsos
tiempos que corrían por todo el “Protectorado
español”, le reclama por ser menor de edad[2]
en noviembre de 1921.
Terminado
su periodo aventurero y legionario, tiene Marcelino que cumplir con la patria.
Es llamado a filas y de acuerdo con lo que el ejército acostumbraba en la época
y podemos leer en la hoja de reclutamiento: “queda filiado en virtud de la presente, para servir en clase de soldado
por el tiempo diez y ocho años, que empezarán
a contarse desde el día que ingrese en caja, en las diferentes situaciones que
determina la ley de reclutamiento.” Ingresa en caja el 1 de agosto de 1922.
En la revista de mayo de 1923, pero con fecha 1 de febrero, se le destina como
soldado a la 7ª Comandancia de Tropas de Sanidad Militar quedando en situación
de licencia ilimitada.
Como
el mismo dice, desde su vuelta a España y salvo una corta estancia en Madrid en
el año 1922, pasó toda su vida en Zamora[3],
trabajando cómo pasante u oficial de notaría en diversas notarías[4]
y alternando su profesión con la actividad poética.
Autor
de numerosas poesías; fue un asiduo colaborador de los periódicos de la época,
entre los que habría que destacar: Imperio y Heraldo de Zamora.
Participa
en la vida cultural de Zamora siendo miembro activo de los grupos poéticos y
literarios existentes en la ciudad, así como de foros y tertulias literarias
como: “Armonías del Duero”, “El yantar de los poetas” o “Mentiviaco”, cuya
fundación, componentes y andadura de esta última relata en el precioso y
simpático poema titulado Semblanza de Mentiviaco.
Este,
es como sigue:
Semblanza de Mentiviaco
Si eres músico,
poeta
o afición
sientes al arte,
entrarás en Valderrey
los miércoles
por la tarde.
Pasa de largo la
“barra”
no te detengas
con nadie,
y ve de prisa,
o… despacio
al segundo
restaurante
No te sorprenda
al entrar
que banquete no
te aguarde.
Están las mesas
desnudas
para mudarse de
traje.
Siéntate donde
pudieres,
si es que
prefieres sentarte,
pide cerveza,
café
o cualquier otro
brebaje,
que a Luis, el
barman de aquí,
esto, seguro, le
place.
Estamos en
Mentiviaco
no lo tomes a
donaire,
yo doy fe de su
existencia.
Mentiviaco es
esta tarde
que hemos
recogido aquí,
trayéndola de la
calle
transida de frío
y pena,
porque ya no sueña
nadie.
Somos en él los
poetas
que hacemos
versos al aire,
a las flores, a
la luna
y a los dorados
trigales.
Desgranamos
ilusiones
como otros
tantos collares
de finas perlas,
que vamos
esparciendo por
millares,
cual generosos
Mecenas
que sus tesoros
reparten.
Por ahí anda
Cifuentes
cuyo primero es
González,
que pongo en
segundo término
para que en la
rima encaje.
Es poeta y de
los buenos
y esto no lo
digo en balde,
que lo cantan de
contino
sus sonetos y
romances.
Cerca está Pepe
Ravassa
que recita como
un ángel
Allí Benito
García
perdón que sin
“Don” le llame,
virtuoso
sacerdote
al par que
inspirado vate.
Veo a Carmelo de
Dios
artífice del
romance.
Trae de la mano
al Duero,
sujeto con un
brillante.
Es un reflejo de
luna
que recogió en
los Pelambres.
Rumboso, Emilio
Rodrigo
con estilo de
magnate,
va repartiendo
humorismo
como él
solamente sabe.
Porfirio Nafría,
La Rua,
Tomás Ramos,
Aranzadi.
Otros muchos no
cito
y pido que no se
me enfaden.
Entre las del
bello sexo,
a Esther
Menéndez no calle,
virtuosa del
piano,
en él con gracia
al sentarse,
sus manos son
melodías
en el teclado al
posarse.
…………………………….
Si eres músico,
poeta
o afición tienes
al arte,
volverás a
Valderrey
los miércoles
por la tarde.
Ven de capa o
con abrigo,
con chambergo o
como cuadre,
pero trae una
ilusión
que aquí dentro
se desgrane,
y unida que sea
a las nuestras,
a Mentiviaco le
canten.
Comentábamos
con anterioridad que se apreciaba en Marcelino Bueno un cierto carácter aventurero
(lo que siempre se asimila a
extrovertido); pero, por el contrario era muy parco en sus manifestaciones personales
a las que unía una gran corrección y mesura. Estas, que no debemos confundir
con timidez, no le impedían reflejar en muchas de sus poesías y trabajos una
gran delicadeza y un humor fino, sutil, apenas entrevisto que hace de la
lectura de éstas una auténtica delicia.
Como
botón de muestra reflejamos dos de ellas: Quiniela de futbol y 25.112 (dedicada
al número con que le tocó la lotería) Ambas son un pequeño homenaje a dos de
las únicas veleidades mundanas que D. Marcelino se permitía.
Quiniela de futbol
Soneto de catorce resultados,
si en ti
hallare el preciso consonante,
llegando a ser
un máximo acertante,
saliera del
montón de los forzados.
Allí un UNO; éste un DOS, aquí empatados,
X también los
dos que van delante;
el DOS repito y
no me hará desplante
si dos UNOS
pusiera continuados.
Seis de Segunda División me faltan;
difícil el
pronóstico, por cierto;
UNO marco, DOS
sigue; éstos empatan,
y con tres UNOS
más, seguro, acierto.
Al buzón vas,
boleto, donde cantan
pájaros de
ilusión tu sino incierto.
25.112
Si con un dos empieza,
le sigue un cinco,
en medio tiene un uno,
termina en doce
y si los sumas todos
obtienes once.
Cábala así formada
con un guarismo,
tonta y simple nonada
de logaritmo.
Número
veinticinco mil ciento doce
fue el que la
suerte quiso que yo eligiera;
y al azar al
premiarlo, dándome goce,
doscientas mil
pesetas me concediera.
La
obra de Marcelino Bueno se asienta sobre tres puntales o, mejor dicho, forma
los vértices de un triángulo equilátero en cuyo centro se encuentra la
exquisita sensibilidad del poeta. A saber: La
poesía religiosa, la naturaleza y la familia.
De
esos tres temas, da profusas muestras de esa sensibilidad antes aludida, en poesías
como: En la procesión de Jesús yacente, Otoño
zamorano y Tráeme flores, respectivamente y de estas tres, y por no hacer
demasiado extenso este trabajo reflejamos sólo la última:
Tráeme flores
Tráeme flores a
mi Estudio,
flores que
llenen la estancia,
para que aromen mis
versos
y nazcan con sus
fragancias.
Córtalas en los
jardines
que con ellas se
engalanan,
lilas, claveles,
y rosas,
nardos, jazmines
y dalias.
Ponlas en
búcaros finos
de cristal, con
filigranas,
de esos de talle
delgado
como cintura de
dama
y en los
panzudos jarrones
de loza y de
porcelana
que tenían los
abuelos
en la solariega
casa.
Trae, esposa,
muchas flores,
-- Primavera las
regala. --
Haz nuestro
hogar un vergel
y una vez que
las esparzas
por los muebles
y repisas
de la mejor de
las salas,
donde trabajo y
medito,
la que con afán
y gracia
preparaste para
mí,
donde hallo
reposo y calma,
ven y trae a
nuestros hijos
que, así, entre
la flores gayas,
podré decir que de
ellas
eres tú la más
lozana
flor, mostrando
tres capullos
que entre su
tallo se engarzan.
Y aunque se
gasten los días
y las flores de
la estancia
se marchiten y
deshojen
y ya no tengan
fragancia,
no importa,
serán las flores
que nos perfumen
el alma:
de nuestros
hijos, la dicha
de nuestro amor,
la constancia.
Tuvo
entre otros reconocimientos el Premio de la Beneficencia[5]
por su poesía La Beneficencia, amparo de
la infancia, así como el Ajo de Plata por su poesía Feria de los Ajos, en Zamora, que transcribimos seguidamente:
Feria de los ajos, en Zamora
Mañana es San Pedro,
fiesta, no hay trabajo,
Zamora celebra
la fiesta del ajo.
Ya vienen los carros
por las carreteras
cargados de ajos
hasta las teleras
Vienen desde Bamba
y de Moraleja,
desde Madridanos
y desde Peleas,
también de Pontejos,
de Jambrina y Gema,
como de Cazurra
y ambas Cacasecas.
Se oye a su llegada
el chirriar de ruedas;
cruzando las calles,
a la plaza llegan.
Montones de ajos
por doquier se encuentran,
su olor excitante
casi te marea.
Ajos, los mejores
estos de mi tierra,
dice y te repite
la voz pregonera.
Cómpreme usted ajos,
lleve los que quiera
buenos y baratos,
como nunca viera.
Puede que mañana,
aunque usted los quiera,
ya no los encuentre
de aquesta manera.
Así en esta tarde
se incita la feria;
éste los ofrece
aquel regatea.
Ya viene la noche,
la grey forastera
se envuelve en la manta
y a dormir se acuesta.
Por la calle pasa
gentil cocinera
que ya compró ajos
y a casa los lleva.
Y tras de la noche
la mañana llega
oliente de ajos.
En la plazoleta
despiertan las gentes
y las mantas pliegan
y sus desayunos
a yantar se aprestan.
Chorizos y magros,
tortilla casera,
y pan bien cocido
sacan de sus cestas
y de no sé donde
sacarla pudieran,
la bota de vino
oronda y bien prieta.
Mientras comen, charlan
y chigorotean
y entre trago y trago
porfían y apuestan
quién será el primero
que sus ajos venda.
Levántate pronto:
Doña Baldomera
dice a su criada.
A las siete y media
te vas a oír Misa
y de allí, ligera
a comprar los ajos
¡y los regateas!
vente pronto a casa,
no te me entretengas,
mira que hoy es día
de hacer muchas jeras,
pues viene mi madre
con dos forasteras.
La señora Tránsito
y Doña Candelas,
pimpantes y limpias,
van hacia la feria,
y de paso, llaman
a Doña Manuela,
la del entresuelo,
que guapa y compuesta,
sale de su casa
del brazo la cesta.
Muy pronto la plaza
de gente se llena,
hay chicos y grandes,
jóvenes y viejas;
todos compran ajos,
todos se los llevan,
unos en capachos,
otros en las cestas,
muchos a los hombros
las ristras se echan,
los más, de los brazos
colgadas las llevan,
y hasta un señor grave
de blanca pechera
de limpio zapato
y corbata negra,
que en tiempos pasados
debió usar chistera,
como una guirnalda
una ristra lleva,
que por su tamaño
y por sus cabezas,
lo menos tres duros
costarle pudiera.
Así la mañana
calina y ajera
se va deslizando
jovial, vocinglera.
En la plaza, apenas
ajos ya no quedan,
andan por la calle
metidos en cestas,
y otros muchos ya,
en las galerías,
en las azoteas
y en los ventanales
colgados, se secan.
Y los vendedores
Su caudal recuentan,
entre los bolsillos
y las faltriqueras.
Sonríen las bocas
con risa de fiesta
se frotan de gusto
las manos labriegas.
Hay que ir a los toros,
dice Juan a Cleta,
voy por dos entradas
de sombra, que aprieta
el sol, y no es cosa
de que la sesera
se nos achicharre
por unas pesetas,
que ya este verano,
primero segando,
después en la era,
habrá sol abondo
pa él y pa ella.
De paso, traeré
un bieldo, unas cuerdas,
un par de cornales
y dos tornaderas.
Tu compra un botijo
que haga el agua fresca,
de los de Moveros
o de Pereruela.
Al muchacho, dile
que venda cual pueda
los ajos que queda,
y que la ganancia
se quede con ella,
que bien listo ha sido
pa sacar las perras.
Así pasó el día
de toros y fiesta,
así ha terminado
del ajo la feria.
Ya los aldeanos
al pueblo regresan,
los carros vacíos
y las bolsas llenas.
Y el señor Luciano,
que va hacia Peleas,
piensa muy ufano,
echando estas cuentas:
Con lo de los ajos,
la semana buena
y arrimando un poco,
bien comprar pudiera
la tierra de Prisco,
la de la Ladera,
que hace de cabida
sobre ochava y media,
suele dar buen trigo
y es muy garbancera.
Y aunque tengo oído
que está abintestato
eso de la herencia,
lo del papeleo
y lo de la Hacienda,
el señor Notario
pronto nos lo arregla.
En
la fotografía que insertamos a continuación se ve a D. Marcelino Bueno con su
mujer Dª Modesta Gómez Sangrador; con la que se casó en la Iglesia Arciprestal
de San Pedro y San Ildefonso de Zamora, el 24 de marzo de 1941[6],
y con la que tuvo cuatro hijos.
Modesta Gómez Sangrador, nació en Chinchón (Madrid)
el 15 de septiembre de 1914. Era hija de Petra Sangrador Segovia y de José
Gómez Sánchez. Fueron sus abuelos paternos: Vicente Gómez Hernández[7]
y Carmen Sánchez Mesas. Los maternos: Abdón Sangrador López y Felicidad Segovia
Rocaberti[8].
En
dicha foto aparecen también: su cuñada, Dª Cristina Gómez Sangrador; el marido
de ésta, D. Ramiro Armendáriz Martínez; su suegra, Dª Petra Sangrador Segovia y
dos amigos.
Murió,
Marcelino Bueno, en Zamora, el 29 de diciembre de 1977
ÍNDICE DE
POESÍAS
“Llegó
junio con sus soles…”
25.112
A Jesús, camino
del Calvario
A
las manos de la enfermera
A mi hija
Cristina en el día de su Primera Comunión
A mi hijo Nino
en el día de su Primera Comunión
A mi nieta
Virginia
A una señorita
en la mañana de Jueves Santo
Al retorno de la
ciudad de Toro
Amanecer
(contenida en Fantasía lírica)
Dolor….- Imperio
20.8.1953
El vagabundo.-
Imperio 27.5.1953
En la procesión
de Jesús Yacente
Evocación del
invierno
Fantasía lírica
Feria de los
ajos, en Zamora
Fortaleza y
virtud
La letra de
cambio.- Imperio 2.5.1952
La noche
(contenida en Fantasía lírica)
La tarde
(contenida en Fantasía lírica)
Madre…
Meditación
Ofrenda
Otoño zamorano.-
Imperio 20.9.1963
Para los dos
enamorados
Poema a la
Santísima Virgen
Poema de los
Reyes Magos
Poema del hígado
enfermo
Primavera
Primavera y
poesía
Procesión del
Domingo de Resurrección en Zamora
Quiniela de
fútbol.- Imperio 18.10.1953
Rimas
Romance
Romance a la
muralla
Semblanza de
Mentiviaco
Sinfonía de
otoño.- Imperio 21.9.1952
Tarde de toros
Tráeme flores
Un clavel
Un clavel
(variante)
Yo quiero hacer
un verso…
ÍNDICE DE
ARTÍCULOS
Y Zamora fue
leal.- Imperio 19.7.1961
CATÁLOGO DE FOTOS
Excepto la fotografía cedida por Fernando Miñambres (1.a), el resto pertenecen al autor de este artículo.
Las fotografías de Marcelino datan de 1921.
En la
fotografía que insertamos a continuación se ve a D. Marcelino Bueno con su
mujer Dª Modesta Gómez Sangrador; con la que se casó en la Iglesia Arciprestal
de San Pedro y San Ildefonso de Zamora, el 24 de marzo de 1941[1],
y con la que tuvo cuatro hijos.
Modesta
Gómez Sangrador, nació en Chinchón (Madrid) el 15 de septiembre de 1914. Era
hija de Petra Sangrador Segovia y de José Gómez Sánchez. Fueron sus abuelos
paternos: Vicente Gómez Hernández[2]
y Carmen Sánchez Mesas. Los maternos: Abdón Sangrador López y Felicidad Segovia
Rocaberti[3].
En
dicha foto aparecen también: su cuñada, Dª Cristina Gómez Sangrador; el marido
de ésta, D. Ramiro Armendáriz Martínez; su suegra, Dª Petra Sangrador Segovia y
dos amigos.
[1] La petición de mano se hizo en marzo
de 1941 (Imperio 5.3.1941)
[2] Vicente Gómez Hernández (Belmonte,
1845 – Agaña (Isla de Guam, 1893).- Gobernador Político-Militar de las Islas
Marianas.
[3][3] Hermana del malogrado político,
periodista, escritor y poeta Enrique Segovia Rocaberti (Chinchón, 1853 – Pinto,
1890)
Otras citas
[1.a)] Foto cedida por D. Fernando Miñambres,
quien a su vez la obtuvo de Dº Natividad Leirás Bueno, sobrina del poeta.
[2].Ver La Correspondencia de España del
29 de noviembre de 1921
[3] Ver diario Imperio del 17.5.1953
[4] En realidad siempre la misma, pero
con distintos titulares al frente de ella.
[5] Ver diario Imperio del 3.9.1955
[6] La petición de mano se hizo en marzo
de 1941 (Imperio 5.3.1941)
[7] Vicente Gómez Hernández (Belmonte,
1845 – Agaña (Isla de Guam, 1893).- Gobernador Político-Militar de las Islas
Marianas.
[8][8] Hermana del malogrado político,
periodista, escritor y poeta Enrique Segovia Rocaberti (Chinchón, 1853 – Pinto,
1890)
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