domingo, 23 de febrero de 2014

COLECCIONES ETNOGRÁFICAS: T. PEÑA (Villalba de la Lampreana, Zamora)

EXPOSICIÓN DE OFICIOS PERDIDOS Y APEROS DE LABRANZA EN MINIATURA
El motivo de esta exposición, no es otro que recordar a los mayores sus tiempos pasados, los cuales, se sienten emocionados al ver aquello que hace tiempo les proporcionó trabajo y comida y que por motivos del progreso sus hijos no conocen.
 Hacerle ver a estas nuevas generaciones con que herramientas se trabajaba y lo que con ellas se hacía, pues la vida de los pueblos dependía de estos oficios: el carpintero, el herrero, el labrador y el albañil. Alrededor de estos oficios se desarrollaba la vida rural; como es lógico, había otros oficios y profesiones como bien eran las del panadero, zapatero, veterinario, farmacéutico, médico, maestro, etc., todos ellos dependían del trabajo de estos cuatro artistas, sin ellos los demás no tenían vida. El albañil con su trabajo construía las casas, pero necesitaba cubrirlas, hacer las puertas y ventanas y todos los demás enseres de la casa lo cual hacía el carpintero, el herrero las bisagras para las puertas, fallebas para las ventanas, picaportes, cerraduras, clavos, tornillos, etc. etc.  y por último el labrador que cultivaba las tierras y al cual le eran necesarias las herramientas, las que hacían el herrero y el carpintero. Estos hombres eran verdaderos artistas, tanto en el hierro como en la madera, siempre al servicio del labrador y de todos los vecinos. Si recorremos los pueblos, hoy todavía se contemplan verdaderas obras de arte en casas, Iglesias, cementerios y tantos otros lugares y todo ellos en muchos casos por unos cuantos reales o un poco de pan .No podemos olvidar la importancia de estos artistas y estos oficios que hoy descansan en el monte del olvido.

El autor. T Peña

EL ALBAÑIL
En todos los pueblos, había más de uno, no era necesario tener muchos conocimientos para la práctica de este oficio, pero sí que era necesario para la vida cotidiana de los pueblos, juntamente con los oficios de carpintero, herrero y labrador, estos cuatro oficios constituían la base principal de una serie de servidos básicos en la vida rural, no se concebía la vida y oficio de unos sin los otros.
El albañil sólo trabajaba con una materia prima, que era el barro y a este se le agregaba paja con el fin de que no se agrietara. Conocer el metro y tener buena cabeza para andar por las alturas eran las cualidades principales a contar por estos hombres que trabajaban de sol a sol, duchos en asentar adobes y hacer tapias. En estos pueblos todas las casas estaban construidas en barro y tapial, por eso digo que no era necesario saber mucho, un refrán que siempre oí "lo que el albañil ignora y el médico hierra, todo lo tapa la tierra", pero no así eran todos que trabajaban en las ciudades, manejando otros elementos.
El albañil de pueblo ya no existe, el barro se sustituye por otros materiales, por ello este oficia queda en el recuerdo y también en el olvido.

FRAGUA O HERRERÍA
Es el taller donde se hacían, se fabricaban y se reparaban toda clase de aperos para la agricultura y para las viviendas de los agricultores, entre ellos cerraduras, llaves, cerrojos, aldabas gitanas, fallebas para las ventanas, clavos, tornillos. Para el hogar, trébedes„ badil, cogedores, badilas para el brasero y tenazas para la lumbre, cuchillos para la matanza, tenedores para picar los chorizos, hachas para cortar la leña, y un sinfín de cosas en las que se desenvolvía la vida de las gentes.
El oficio de herrero fue de vital importancia en otros tiempos; no se concebía un pueblo sin una fragua y un buen herrero. Donde había más de uno existía un picadillo para demostrar quien hacía mejor las cosas, sin mirar el tiempo.
Las reparaciones nos se cobraban en dinero sino en especies, generalmente trigo y éste en el mes de septiembre cuando ya se había hecho la recolección.
El labrador siempre encontraba una disculpa para ir a la fragua: para que le hiciera el herrero un esperniau, una separa la cadena del burro o un simple clavo. Y, a la vez, se reunía con otros labradores para hablar de todo lo concerniente a su oficio: tierras, ganado, correrías por ferias y mercados y alguna que otra aventura de la juventud.
 A todos se les echaba una mano si hacía falta. Eran tiempos de ayudarse y compartir.
Existía también la "cerrajería artística": verdaderas obras de arte en balcones y ventanas, puertas de iglesias y conventos, cercas de fincas de casas señoriales, lámparas de techo etc.
En algunos lugares también herraban el ganado.

A pesar de ser un oficio tan importante, hoy está en la lista de los olvidados y desaparecidos. Es verdad que existen talleres de forja, pero ya son mezcla de soldaduras y estampados. Los motivos de la desaparición son bien sabidos.

Quede constancia con esta exposición de que amamos lo que hicieron e hicimos y solo pedimos una cosa: que nuca se olvide.

"Somos lo que otros fueron y enseñaron. Hagamos algo para que de nosotros se guarde memoria".


































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